martes, 18 de noviembre de 2008

CAPITULO 6 OBLIVIATE

CAPITULO 6 OBLIVIATE

-¡PERDON! –grito Ginny con el rostro tapado por sus manos. Estaba completamente sumida en el sofá deseando que la tierra se la tragara, quería desaparecer o salir corriendo de la habitación pero sus piernas no le permitían moverse.

Harry seguía en estado de shock. Conforme avanzaba la historia se iba sorprendiendo más y más. A petición (más bien dicho insistencia hasta desesperar) de Vanessa, la pelirroja conto una parte de la historia: la parte inicial desde su salida de la mansión hasta que Vanessa había despertado y no continuo mas porque en ese momento la pelirroja estallo en llanto y Vanessa emocionada continuo la narración explicando todos y cada uno de los detalles a la perfección como si nuevamente estuviera en el bosque. Durante todo el relato la pelirroja no paró de llorar y un segundo antes de que Hermione interrumpiera soltó un gritito ahogado.

-Ya deja de llorar Ginny. Contrólate –dijo Vanessa con fastidio.

Ron cerró los ojos y meneo la cabeza de un lado al otro en señal de desaprobación, se sentía más que avergonzado por el comportamiento de su hermana. Hermione estaba anonadada, no podía creer todo lo que acababa de escuchar, lo consideraba imposible. Su mejor amiga era incapaz de cometer semejante atrocidad. Quería imaginarse que todo era una mentira de Vanessa para desacreditar a Ginny ahora que había regresado ¡pero Ginny no lo negaba! Que decepción.

-¡Yo no quería! –dijo Ginny entre gimoteos.

Todos pretendieron no escucharla.

-¿Estás bien Harry? –preguntó Vanessa colocando la mano sobre su hombro con delicadeza –Te dije que era algo complicado.

Harry mantenía la vista al frente observando a Ginny que continuaba encogida y demasiado avergonzada como para mirarlo a la cara. El ojiverde no sabía que pensar, era increíble lo que había escuchado de los labios de Vanessa pero si algo había aprendido del mundo fantástico en el que vivía es que todo era posible por más estúpido o loco que pareciera.

-No estoy bien –le contesto en un susurro. -¿Ella te hizo eso?

-Aja… Por favor no te vayas a poner a gritar como loco. Todavía no es momento para que estalles en contra de alguien. Primero necesito terminar de contar lo que paso.

-¡¿Es que aun hay más?!

-¡Shhh! –exclamo ella y puso su mano sobre la boca de Harry para que guardara silencio –Claro que hay más, muchísimo más de lo que me gustaría que supieras Harry. –el ojiverde gruño y Vanessa le lanzo una mirada suplicante -Tranquilo.

Aun dudando retiro la mano de la boca de Harry pero él ya no dijo nada. El muchacho le lanzo una mirada a la pelirroja que seguía encontrando más interesantes sus manos y gruño de nuevo. Vanessa carraspeo para captar su atención.

-A veces las personas hacen cosas terribles porque tienen miedo y la tonta de Ginny estaba más que confundida y asustada aquella noche, no tenía idea de la bruja con la que se estaba metiendo. Yo… siento lastima por ella. –volteo a ver a Ginny y Harry observo la expresión de Vanessa pero no logro descifrar sus emociones, la chica de los ojos azul zafiro continuo. –Sin embargo, su mayor error fue no detenerse cuando fallo en el primer intento…

La expresión de sorpresa no se hizo esperar al escucharla. Harry se puso pálido y Hermione volvió a dejarse caer en uno de los sofás. Eso era demasiado.

-¿El… el primer intento? –murmuro Hermione en voz tan baja que pareció haber perdido el aire.

-¡¿LA HECHIZASTE MÁS DE UNA VEZ?! –grito Harry perplejo.

-Yo… yo –Ginny no podía articular más de dos palabras juntas.

-¡¿Cuál era tu problema?! –esta vez fue Ron el que exclamo.

-El problema de Weasley es que no sabía que era inmune a sus tonterías –dijo Vanessa mirando a la pelirroja que no paraba de sollozar, luego volteo y observo a Harry con aquellos ojos que tanto le gustaban al ojiverde –… aunque creo que no soy inmune a ti Harry -dijo con una sonrisa traviesa tratando de calmar los ánimos, cosa que no funciono como esperaba porque el muchacho ni siquiera sonrió, es mas, pareció no darse cuenta de la insinuación de Vanessa. Ella puso los ojos en blanco. –Vamos Harry, lo que paso no es tan grave como parece… -Harry enarco una ceja y Vanessa corrigió su oración con una sonrisa en el rostro –Bueno, tal vez si fue un poco grave…

-Dime una cosa Vanessa ¿Por qué es que te estás tomando tan a la ligera este asunto? ¿Por qué parece causarte gracia? No entiendo. Tú más que ninguno de nosotros deberías estar furiosa. No estás… -el muchacho vacilo un momento –No estás actuando como la Vanessa que conocí.

Ella cerró los ojos y respiro profundamente.

-¿Todavía dudas que sea yo? –respondió aun con los ojos cerrados –Puedo volver a probártelo si así lo deseas –Vanessa espero por un momento por si es que el ojiverde deseaba hacer un comentario pero no dijo nada y continuo. –No es exactamente que me tome las cosas a la ligera. Lo que sucede es que prometí por mí bien que me mantendría serena cuando contara todo esto.

-¿Por tu bien? Sigo sin entender.

Vanessa abrió los ojos y lo miro.

-Algún día lo entenderás Harry… ¿Van a dejar que termine de contar mi historia o qué? Pedí que no hicieran interrupciones –miro de soslayo a Hermione por la cual había tenido que detenerse, la castaña evito su mirada y se abrazo a su novio. –No quiero que se haga tan tarde.

-¿Tarde? ¿Llevas prisa? ¿Es que piensas irte de nuevo? –pregunto Harry alarmado.

-Voy a continuar con mi relato, ¿Te parece bien? –dijo Vanessa ignorando las preguntas de Harry, el muchacho lo noto pero asintió con la cabeza. Ella le estaba ocultando algo mas y lo descubriría…


******

7 DE ENERO DE 1999…

Vanessa al escuchar el hechizo de la pelirroja apretó con fuerza los parpados para no ver el rayo de luz que acabaría con su memoria y porque no, el hechizo que acabaría con ella también…

Ginny después de aquello solo dio un débil gemido echándose para atrás como si intentara huir de sus acciones pero sabía bien que eso era imposible. Quisiera o no tenia que continuar con su plan; claro, si es que Vanessa había perdido la memoria o más bien si es que solo le había ocurrido eso y no lo mismo que con el profesor Lockhart. Imaginarse a la inteligente y calculadora Vanessa al borde de la locura le produjo escalofríos.

La siguió observando y decidió soltar las cuerdas que se ataban al cuerpo de la chica pues cuando reaccionara (si lo hacía) lo más seguro es que se espantara y pidiera mil explicaciones. Espero mordiéndose las uñas sin saber exactamente durante cuánto tiempo Vanessa permaneció con los ojos cerrados, quizá solo fueron segundos pero a ella le pareció toda una eternidad.

Con lentitud Vanessa abrió los ojos, sus pupilas estaban dilatadas y mantuvo la mirada en algún punto del bosque. Ya no había duda, el daño estaba hecho ¿pero que tan profundo había sido? Ginny tendría que esperar para saberlo y lo hizo quedándose completamente inmóvil casi como si deseara pasar desapercibida entre los arboles pero no sabía si en realidad era por eso o porque acababa de entrar en una especie de shock.

Vanessa parpadeo un par de veces antes de que su mirada regresara casi a la normalidad, su primera reacción fue mirar en todas direcciones de forma desesperada, el miedo se reflejaba en su rostro y muchísima angustia. “¿Así pasa con todos los que perdían la memoria?” se pregunto Ginny. “Qué raro”

-¿Dónde estoy? –dijo Vanessa apenas en un susurro. Era justo la frase que Ginny necesitaba escuchar para terminar de comprobar lo que había hecho.

A continuación Vanessa trato de ponerse en pie y con un fuerte grito de dolor descubrió el problema de su brazo.

-¿Qué… que es esto? ¡¿QUE ME HA PASADO?! –la desesperación no podía ser peor, le temblaron las manos y su voz sonó entrecortada. A pesar del dolor se puso de pie caminando de un lado hacia el otro como si buscara el camino correcto pero no podía elegir a dónde dirigirse. -¿Qué fue lo que paso? ¿Qué paso? –dijo en un susurro llevándose las manos a las sienes. El miedo seguía reflejándose en su rostro.

De repente Vanessa se puso rígida susurrando algo que la pelirroja no logro oír. Volvió a mirar en todas direcciones intentado reconocer el lugar y echo a correr; Ginny no podía dejarla a su suerte después de lo que había hecho.

-¡Espera! –le grito y al instante la chica de los ojos azul zafiro se giro para verla tan rápidamente que se mareo y tuvo que apoyarse de un árbol para no perder el equilibrio.

Ginny se acerco sin saber exactamente cómo actuar con ella o que decirle o que hacer. Había sido una idea estúpida borrarle la memoria. Sintió como algo le obstruía la garganta impidiéndole respirar. Seguro que después de eso acabaría en el infierno.

-¿Quién eres? –pregunto Vanessa mirando fijamente a la otra muchacha.

La pelirroja retrocedió un paso. El tono en la voz de Vanessa era hostil. Ella ya estaba familiarizada con esa forma de hablarle pero aun así le sorprendió. “No me recuerda” pensó.

-¿Quién eres tú? –pregunto Ginny pues primero tenía que saber que había sucedido con su memoria. Vanessa la miro de arriba abajo con el ceño ligeramente fruncido antes de contestarle. Esa era otra reacción que Ginny no se esperaba, busco algún tipo de confusión en el rostro de Vanessa que no encontró. Su hechizo no había salido del todo bien pero Vanessa no la recordaba ¿o estaba fingiendo?

-Eso a ti no te importa niñita –de nuevo el tono hostil de Vanessa la hizo retroceder. ¿Y si su hechizo solo había hecho que la olvidara a ella pero recordara todo lo demás? -¿Eres de Hogwarts no es así? –prosiguió al ver que portaba la túnica negra con el inconfundible escudo del colegio. –Estoy buscando a alguien así que desaparece de mi vista.

La chica dio media vuelta dejando a Ginny pegada al suelo de la incredulidad. Ella sabia del colegio y había ignorado su pregunta lo que la hizo pensar que tal vez si recordaba su propio nombre.

Vanessa solo había avanzado un par de metros cuando volvió a quejarse de dolor y no le quedo más opción que detenerse. Ginny sigilosamente se acerco a ella. Haría un segundo intento para interrogarla. La chica de cabellos negros se llevo la mano buena a su brazo izquierdo, hizo una mueca y miro su mano que ahora tenía sangre

-No entiendo…-dijo Vanessa agitando la cabeza de un lado al otro.-Necesito mi varita –comenzó a esculcar entre sus bolsillos sin encontrar nada –Oh… Debió caer en la nieve… ¿nieve? –se le abrieron mucho los ojos y se puso mas pálida de lo que ya estaba -¡¿Por qué demonios hay nieve? ¿Qué es lo que ocurrió?! –se recargo en un árbol y se puso a llorar.

-¿Qué es lo último que recuerdas Vanessa? –pregunto Ginny colocándose frente a ella.

-¡¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres tú? ¿Por qué estás aquí? ¿Tú sabes qué es lo que me paso?! –las palabras de Vanessa se atropellaron unas con otras, nuevamente parecía asustada.

Ginny puso los ojos en blanco, le desesperaba que Vanessa le respondiera con otra pregunta.

-Sí, sí, se lo que te paso. Ahora por favor Vanessa dime ¿Qué es lo último que recuerdas? –volvió a insistir con voz más irritada

-¿Cómo me conoces? ¿De dónde?... Maldición –dijo en un susurro que Ginny no pudo oír pues la chica aun se lamentaba de no tener a la mano su varita mágica.

-¿Podrías contestar mi pregunta y ya?

-Tú aun no me has dicho quien eres.

-Ni lo voy a hacer.

Vanessa entrecerró los ojos desconfiada y enojada por el tono en el que la pelirroja le hablaba. Deseaba no contestarle pero en realidad necesitaba encontrar algunas respuestas a sus interrogantes. La joven bruja miro los dedos de sus manos poniendo especial atención a los objetos que reposaban en ellos. En su mano izquierda estaba un anillo de bodas dorado y en su mano derecha otro anillo con un zafiro como adorno, su mirada parecía confusa, alzo una ceja y finalmente se encogió de hombros. Ginny no fue capaz de entender su reacción, para ella eran unos simples anillos pero lo comprendió mejor cuando Vanessa levanto la mano donde estaba el anillo dorado y le dijo:

-Yo… me acabo de casar.

-¡No!

Ginny se quedo boquiabierta al escuchar aquellas palabras. Vanessa tenía recuerdos de su pasado, ¡Bastantes recuerdos! Eso explicaba el porqué de que no la reconociera pues Vanessa había conocido a Ginny un mes después de que ella y “Enrique Burnett” se casaran pero ¿Cómo era posible que conservara su memoria justo hasta el momento de su boda?

“¡¿Por qué?!” pensó la pelirroja con frustración. El destino estaba empeñado en jugar en su contra

-¡Sí, me acabo de casar! Mi esposo y yo veníamos por el bosque para entrar a… a nuestro hogar –dijo eso solo para no revelarle mucha información sobre el verdadero lugar al que iban porque se suponía que nadie debería saberlo. -¿Tú no has visto a Enrique? Es alto, guapo, de lentes y ojos hermosos.

Ginny no pudo responder y Vanessa siguió hablando.

-No lo entiendo ni sé qué fue lo que sucedió, él debería estar aquí conmigo… Abrí los ojos y me encontré con esto –se quejo señalando la herida de su brazo. – Y después toda esta nieve, ¡Es julio, no puede nevar en julio!

-Yo no he visto a nadie, él no existe.

Vanessa entrecerró los ojos mirándola con enojo y le dijo arrastrando las palabras:

-No debería estar discutiendo con alguien que no conozco y perder mi tiempo. Buscare a mi esposo hasta que lo encuentre.

Ignoró a Ginny y paso a lado de ella dispuesta a encontrar al amor de su vida, sin embargo, una expresión confusa seguía en su rostro.

-¿Cómo estás segura de que te casaste? Un simple anillo no comprueba nada. ¿Y si solo lo soñaste? Tu misma dices que no recuerdas cosas.

-Yo no estoy soñando niña tonta. ¿Quieres pruebas?

Se planto frente a Ginny con una mirada desafiante muy característica de ella y comenzó con su demostración.

-Mi anillo de bodas –empezó, recalcando todas y cada una de las palabras.

Nuevamente levanto la mano para mostrar el anillo de oro. En seguida metió una mano a su bolsillo y saco una fotografía mirándola como si esperara encontrar otra cosa, la miro, sonrió y se la dio a la pelirroja.

–El es Enrique ¿ves? ¡En nuestra boda!, por aquí debo tener otras dos fotografías y… otro documento.

Le arrebato la foto, volvió a meter la mano en su bolsillo y lo único que saco fue el viejo recorte de periódico con la fotografía del torneo de los tres magos y trocitos de pergamino en blanco.

En el rostro de Vanessa nuevamente se noto la desesperación. Observó la ropa que llevaba puesta y siguió buscando entre sus bolsillos y como no encontraba lo que buscaba no le quedo más remedio que ir dejando las cosas en la nieve a un lado de sus pies.

Cayeron el recorte de periódico, un tintero, pedacitos de pergamino, su carnet de aparición, un suéter, un espejo, una peineta y unas ligas para el cabello, un empaque de galletas, 15 galeones, algo que Ginny interpreto como dinero muggle y al final de los bolsillos de Vanessa se asomo una cadena de oro que la chica inmediatamente volvió a esconder sin dejar que Ginny lo viera.

La pelirroja estaba boquiabierta pues creía que solo Hagrid era capaz de guardar mil cosas en sus bolsillos. Sin duda borrarle la memoria a Vanessa no hubiese ayudado de mucho si tenía ese anillo de bodas y todas esas cosas para recordar; lo peor es que la idea de borrarle la memoria seguía en la mente de Ginny pero no cometería el error de dejar a Vanessa con suficientes objetos personales como para que recordara su pasado. O al menos que recordara antes de que todo volviera a ser lo mismo entre ella y Harry.

-¿Qué estas buscando?

-¡Fotos! ¡Me faltan fotos! Yo las tenía aquí guardadas pero no las encuentro, tampoco encuentro mi vestido blanco que traía puesto. Esto está mal, no logro recordar que sucedió después de que aparecimos en el bosque. Nada tiene sentido.

-¿Y porque no sacas todo lo que traes en los bolsillos? ¿Quizá en el fondo? –pregunto Ginny preguntándose si aun traía mas cosas.

Vanessa la fulmino con la mirada

-¿Qué crees que acabo de hacer? –dijo con sarcasmo y enfado.

En su mano traía aun la fotografía y un par de botellitas con una sustancia que Ginny identifico como poción multijugos. Lo único que la joven de ojos azul zafiro no había dejado caer al suelo.

-La boda, luego el bosque… transformarme en Bellatrix con la poción multijugos para evitar a los dementores ¿y luego que paso?… -susurraba Vanessa para sí olvidándose por completo de Ginny. –Ese era el plan pero ¿Dónde está Enrique?...

Ginny escucho atenta sus palabras tratando de encontrar un escenario coherente. “¿Dementores?” se pregunto. Luego pensó en su siguiente movimiento y Vanessa volteo a verla.

-¡Tú sabes donde esta Enrique, no lo niegues! ¿Qué haces aquí? ¿Quién te mando? ¿Fue Bellatrix u otro mortifago? ¡Habla!

La otra muchacha se hizo para atrás ¿Cómo podía pensar eso si en una esquina de su túnica tenía el emblema de Hogwarts? Seguramente la oscuridad no le permitía ver eso a Vanessa pero en cierto modo a Ginny le favorecía aquella situación.

-A mi no me mando nadie pero ¿Quieres saber la verdad? Vi a… lo vi a él y esta muerto. Tu cabeza debe grabárselo muy bien. ¡Tu novio esta muerto!

-¡MENTIRA! ¡Eso es imposible! –exclamo Vanessa a la defensiva y se puso mas pálida de lo que ya estaba.

-¡No es mentira! ¡Tu novio no existe! –contesto la otra sabiendo que de un modo o de otro lo que decía era cierto. Enrique Burnett no existía. Luego desvió la mirada mientras comenzaba a improvisar. -¡Dementores, muchos dementores le dieron el beso!

-¡No! –dijo Vanessa en apenas un susurro tapándose la boca con las manos sin poder creer lo que le decía. –Sigues mintiendo.

Ginny negó con la cabeza.

-¡Aparecieron unos… unos encapuchados y también te atacaron junto con tu novio. Ellos tomaron su cuerpo y se lo llevaron. Yo vi todo escondida tras un árbol.

-¡No!

-A ti te botaron en la nieve, estabas ensangrentada y yo quería ayudar –dijo Ginny aunque la frase que pensaba era “quería ayudarme a mí misma” –Pensaba llevarte al hospital.

-¿Al hospital? ¡Eso nunca!... Todo lo que me has dicho es una vil mentira, no te creo nada. ¡Me largo!

-Tú no vas a ningún lado –dijo Ginny sujetándola del brazo. La otra chica se zafo y miro desafiante a la pelirroja -¡Quédate donde estas! –exigió Ginny y apunto con la varita a Vanessa que apretó los labios y bajo la vista para ver que el objeto que la amenazaba era su propia varita.

-Esa es mi varita, ¡dámela!-exclamo con una mano en el aire para arrebatarla pero Ginny se hizo para atrás muy rápidamente evitando así que la alcanzara.

-No te voy a dar nada.

-¡Devuélvemela!

-Aunque quisiera no puedo. Perdóname Vanessa, perdóname por favor –dijo Ginny y su voz volvió a entrecortarse. Era increíble cómo es que de la furia que sentía, su sentimiento pasara a la culpa y al remordimiento y nuevamente a la furia. No se detendría. –Es tu felicidad o la mía, de verdad, lo siento mucho.

-¿Tu felicidad o la mía? No entiendo nada de lo que quieres decir mocosa y este dolor de cabeza me está mareando. Solo entrega mi varita y deja que me marche. Yo no te he hecho nada.

-Eso es lo que tú crees… -dijo Ginny en un susurro y Vanessa frunció el ceño confundida. –No puedo darte explicaciones, es mejor que todo esto termine lo más pronto posible. Espero que un día llegues a perdonarme. Solo intento recuperar mi vida…

-¿Por qué hablas como si me conocieras?

Ginny agito la cabeza negando lo que la otra chica acababa de preguntar.

-¡ACCIO! –exclamo la pelirroja y las cosas que seguían en la mano de Vanessa resbalaron y volaron hasta la mano de la otra muchacha.

La joven de los ojos azul zafiro fue incapaz de reaccionar, nada tenía sentido.

Después de ese acto las cosas transcurrieron muy deprisa…

-¡OBLIVIATE!

A Vanessa ni siquiera le dio tiempo de cerrar los ojos para recibir el impacto del hechizo así que Ginny observo cómo sus pupilas quedaban dilatadas quedándose tan quieta como una estatua.

Aprovecho esos segundos o minutos que tenia para poder quitarle a la chica el anillo de oro que portaba en su mano izquierda y guardarlo en uno de sus bolsillos. Tomo todo lo que Vanessa había dejado caer en la nieve y como pudo también lo guardo. El suéter se lo amarro a la cintura y solo devolvió el dinero a las ropas de Vanessa porque si pensaba dejarla abandonada a su suerte al menos con dinero no se moriría de hombre. Cosas como el tintero y los trozos de pergamino los hundió en la nieve por dos simples razones: la primera porque ya no tenía donde guardarlos y la segunda porque eran objetos completamente inservibles y sin valor.

Vanessa tardo menos en reaccionar en esa segunda ocasión y Ginny se paro frente a ella con gesto preocupado. La miro a los ojos y espero a que Vanessa pronunciara la primera palabra, la que sería decisiva para reconocer si las cosas habían cambiado o seguían iguales. Vanessa parpadeo y miro a Ginny con gesto confundido.

-¿Hola? –dijo en un susurro y demasiado serena lo que hizo que Ginny diera un ligero respiro pero aun no podía cantar victoria. Sobre todo por las habilidades de actriz que tenia Vanessa.

-¿Quién eres? –pregunto Ginny

-¿Qué? ¿Yo? Pues… -la chica titubeo y su aspecto confundido empeoro. –¡No lo sé!-sus ojos se desorbitaron y puso una expresión de verdadera angustia.

-¿Qué… que es lo último que recuerdas?

Vanessa frunció el ceño y se llevo ambas manos a las sienes moviendo ligeramente la cabeza de un lado al otro.

-¡Nada! ¿Quién eres tú?

-Tranquila, tranquila… ¿Segura que no recuerdas nada? –pregunto Ginny.

Ella solo asintió. Después la pelirroja se mordió el labio y saco una de las varitas mágicas para mostrársela.

-¿Sabes qué es esto? –le pregunto.

-¿Una varita mágica?... ¿Tú también eres una… bruja?

-¡No que no recordabas nada! –exclamo Ginny dando un paso para atrás esperando a que Vanessa se pusiera a gritar o algo así pero la chica de los ojos azules se mantuvo serena

-Eso es cierto.

-No entiendo –susurro Ginny manteniendo la boca entreabierta

-Yo tampoco…

Se quedaron calladas por alrededor de un minuto pero sin dejar de mirarse la una a la otra.

-Dime una cosa Va… ¿Sabes que eres una bruja pero no recuerdas nada de tu persona?

-Aja.

Ginny suspiro, miro el brazo de Vanessa y como es que a pesar de la tela que había puesto para detener el flujo de la sangre algunas gotas se escurrían por su pálida piel. ¿Cuánta sangre había perdido ya en todo ese tiempo?

-Tengo que llevarte al hospital.

-¿Por qué? –pregunto la joven y Ginny nuevamente se sorprendió de la forma tan tranquila en que hablo. Esperaba que se pusiera huraña con ese asunto como la primera vez que lo menciono.

-Tu brazo.

-¡Oh!... –fue todo lo que dijo Vanessa al verlo. Intento moverlo e hizo una mueca de dolor.

-Te lanzaron un hechizo.

-¿Tu lo hiciste?

-No, no, yo no fui –respondió a la defensiva y poniéndose muy nerviosa.

-¿Vives aquí?

-No.

-¿Entonces qué hago aquí? ¿Quién me daño? ¿Por qué no recuerdo nada?

-No lo sé.

-¿Tampoco sabes quién soy o como me llamo? ¿Nos conocemos? –siguió preguntando Vanessa tratando de resolver todas las dudas que empezaron a surgirle.

-Yo no sé nada, pasaba por aquí y te encontré.

-Humm… ¿Segura?

-Si… estee… Tengo que llevarte rápido al hospital. Has sangrado bastante. –se atajo Ginny convencida de que Vanessa no recordaba nada acerca de Harry, la Orden o cualquiera de las otras cosas que pudiera vincularla a los suyos.

La chica de los ojos azul zafiro dudo en seguirla cuando la pelirroja le tendió la mano.

-Vamos, confía en mí.

Al final se decidió pero solo pudo dar tres pasos antes de que se llevara una mano a la frente y sus pies la traicionaran. Ginny se asusto cuando la vio perder el equilibrio y dejo que se apoyara en ella para no caer.

-Estoy mareada, no me siento bien –dijo Vanessa con los ojos cerrados. Después los abrió de repente, se zafó de los brazos de Ginny, volteo a donde estaba el árbol doblándose un poco por la cintura y comenzó a vomitar.

-¡Por todos los cielos! –exclamo Ginny y cuando Vanessa se calmo la rodeo por la cintura para que de nuevo se apoyara en ella. –Ahora cierra los ojos y relájate, vamos a desaparecernos.

-¡¿Qué?!

Ginny ya no contesto porque al segundo siguiente ya se habían aparecido frente a los aparadores de una vieja tienda muggle. Los maniquíes como siempre estaban polvorientos y las pelucas mal colocadas. Ginny y Vanessa solo estaban iluminadas por la luz de una lámpara alta lo que le permitió a la pelirroja darse cuenta de que Vanessa estaba mucho más pálida de lo que pensaba.

-Necesito que hagas todo lo que te diga, ponte este suéter encima, no deben vernos. –concluyo desamarrándoselo de la cintura para dárselo a ella.

-¿Por qué? –pregunto Vanessa en un débil susurro

-Porque yo lo digo –exclamo Ginny con nerviosismo.

Su mejor amiga Hermione se encontraba dentro de ese mismo hospital y si la veía con Vanessa en ese estado haría mil preguntas y todo su plan se vendría abajo. Si las descubrían no habría forma de alejar a Vanessa de su vida y la de Harry. Ginny se lo pensó muchas veces antes de entrar, buscaba otra forma de que se atendiera a Vanessa pero ese era el único hospital que conocía y la herida del brazo parecía agravarse con cada minuto que pasaba.

Se dispuso a entrar pero se paró en seco frente al aparador. Metió las manos en los bolsillos y saco las ligas para el cabello que anteriormente eran de Vanessa. Se hizo un moño e hizo lo mismo con el cabello de la otra joven que no quitaba la curiosidad de su rostro.

-¿Por qué? –volvió a preguntar.

-Por favor… Mira, es mejor que nadie nos vea cuando entremos, no hables ni digas nada. Solo sígueme, pronto estarás bien y a salvo…

El tono de Ginny fue de suplica y después de eso se giro nuevamente al aparador para entrar al hospital.

–Traigo una bruja herida, necesito pasar.

Entraron al recinto que se encontraba muy vacio en comparación a las otras ocasiones en que Ginny había estado ahí. No quería ponerse a buscar a Hermione pero era inevitable hacerlo para asegurarse de no ser descubierta.

La castaña estaba al fondo del pasillo de la planta baja recargada sobre una de las paredes. Estaba con los ojos cerrados y gesto preocupado.
“Harry” pensó Ginny y el coraje que sentía hacia Vanessa regreso. “¡Si a Harry le pasa algo será su culpa!”

Atravesaron la sala a toda velocidad ignorando las palabras de la recepcionista que ofrecía su ayuda y Ginny estaba aliviada de que Hermione estuviera lo suficientemente lejos y demasiado sumida en sus pensamientos como para prestar atención a las dos sombras que a medianoche habían entrado al hospital

Al llegar a las escaleras una sanadora morena y de edad avanzada le lanzo una mirada ceñuda a la pelirroja pero ni por eso se detuvieron.

-Esta herida y no recuerda que le sucedió –le dijo Ginny cuando paso por su lado.

-¿Sabe a dónde llevarla señorita?

-Por supuesto.

Vanessa que hasta ese momento llevaba la cabeza agachada la levanto para ver a la mujer que abrió los ojos como platos

-¡Caracoles, pero que mal aspecto tiene! –exclamo la mujer. –Permítame que la ayude.

-Gracias pero yo puedo so…

-¡Tú y tú, vengan a ayudarlas! –llamo la sanadora con impaciencia interrumpiendo la frase y al instante dos sanadores mas se les acercaron.

-¡Oh no! –susurro la pelirroja al ver que la atención de todos empezaba a centrarse en ellas. Rogaba en su interior porque Hermione no se diera cuenta.

-¡Ayyy! –grito Vanessa en cuanto los sanadores estuvieron lo suficientemente cerca de ella -¡Ayy!

-Súbanla pronto al cuarto piso –ordeno la sanadora.

Los sanadores tomaron a Vanessa por los hombros para subirla en una camilla que hicieron aparecer pero sus gritos se incrementaron.

-¡Su brazo! –exclamo Ginny con pánico al percatarse del verdadero problema. -¡Esta herida en el brazo, no se lo toquen! ¡Súbanla ya! ¡Pronto, pronto!

Y todos desaparecieron escaleras arriba justo antes de que Hermione se asomara a preguntar qué es lo que sucedía…