lunes, 9 de febrero de 2009

CAPITULO 9 EL MISTERIO DEL COLLAR

CAPITULO 9 EL MISTERIO DEL COLLAR

-Que desconfiado –susurro Vanessa mientras salía de la habitación con Ginny frente a ella. Le parecía exagerada la acción de Harry de quitarle las varitas ¿acaso pensaba que estando a solas con Ginny la mataría? Si tanto rencor le tenía a la pelirroja ¿para que hacer el intento de protegerla?

La chica dio un suspiro para aclarar sus pensamientos mientras veía de reojo a los otros que las seguían con la mirada al pie de las escaleras.

-¿Dónde quieres hablar? –pregunto Ginny en un susurro mientras observaba el pasillo del primer rellano.

-Son unos chismosos y no quiero que nos interrumpan, vamos más arriba –índico Vanessa y sin esperar la aprobación de Ginny subieron al siguiente rellano. Esperaba que Harry respetara la privacidad que pedía y que no subiera por un largo tiempo.

Entraron en una habitación del fondo y cerraron la puerta tras ellas. Era una especie de ático con cajas y objetos de apariencia inservibles a su alrededor. Vanessa hizo una mueca de dolor y se tomo el brazo izquierdo cuando sin querer choco con un mueble alto que le impedía llegar al centro de la habitación que era la parte más vacía.

-Estee… -empezó Ginny con aire nervioso. –Vanessa, se que estas enojada conmigo pero por favor no vayas a denunciar lo que te hice. ¡No quiero terminar en Azkaban!

-¿Azkaban? –pregunto alzando una ceja y una vez que capto lo que le quería decir, estalló en carcajadas. -¿Crees que soy capaz de enviarte a Azkaban? –y siguió riendo. –No se me había venido en mente.

-¿No? –susurro la otra arrepintiéndose de haberlo mencionado.

-Aunque… -susurro Vanessa con aire pensativo –No es mala idea…

-¡Por favor no! –dijo la pelirroja juntando las manos frente a su rostro en señal de suplica

-¡Destrozaste mi vida y lo que pudieron ser los dos años más felices de mi vida! ¿No crees que te lo merezcas? Unos años en Azkaban podrían enseñarte que nadie se mete con Vanessa Prince –exclamo la chica con los dientes apretados. Claramente se notaba que quería gritar pero se estaba conteniendo lo más posible para evitar que Harry subiera. –¡Te odio Weasley, te odio con todas mis fuerzas y jamás te perdonare lo que me hiciste! ¡Por ti es que mi pequeña apenas y conoce el significado de la palabra “padre”!

-Vanessa, perdóname, perdóname por favor… yo… si hubiese sabido lo de tu hija nunca…

La otra chica se puso el dedo índice en los labios para que guardara silencio.

-Llevas todo el día disculpándote ¿es que aun no te cansas?

La pelirroja se quedo callada y ambas chicas se miraron a los ojos. Una con miedo y otra con profunda rabia pero no dejaban de mirarse. Ginny noto como la respiración de Vanessa se hacía más y más agitada, esperaba el momento en que estallara y se pusiera a gritar. El silencio se volvió incomodo y lo único que se escuchaba eran sus respiraciones hasta que súbitamente…

La chica de los ojos azul zafiro le soltó a Ginny tremendo revés en la cara que la mando directo al piso. Todo había sido tan rápido que no le había dado tiempo de reaccionar. Ginny se llevo una mano al rostro donde había recibido el impacto y otra sorpresa se llevo al descubrir que algo húmedo y caliente llegaba hasta su boca.

Vanessa le había roto la nariz.

-¡Por tu culpa, todo es tu maldita culpa! –rugió Vanessa que se acerco hasta la pelirroja para levantarla por la nuca obligándola así, a mirarle los ojos enfurecidos.

-¡Suéltame! –exclamo la otra chica que para tratar de defenderse, necesitaba cuanto antes soltarse de ella porque eso era más que una simple charla de mujer a mujer. – ¡Estás loca!

Ginny para zafarse recurrió a los manotazos y empujones pero Vanessa no quería ceder.

-¡Estaré loca pero al menos no soy como tú… una maldita arpía…!

De pronto dijo una maldición acompañada por un grito ahogado soltando a la pelirroja que cayó de sentón chocando con un viejo ropero que en lo alto sostenía algunas piezas de cerámica y vidrio resoplado que cayeron al suelo haciéndose añicos muy cerca de ella. Cuando volteo, la joven de los ojos azul zafiro estaba frente a ella, en el suelo echa un ovillo, lamentándose y sujetando con fuerza su brazo izquierdo.

-¿Estás bien? –pregunto Ginny que se puso de pie con cuidado esquivando los restos de un antiguo jarrón y tratando de limpiar la sangre que continuaba emanando de su nariz. Simplemente no entendía como la joven había terminado en el piso.

-¡¿Te parece que estoy bien?! –dijo Vanessa entre dientes y furiosa pero con una terrible mueca de dolor en el rostro -¡Auch! ¡Eres una idiota!

-¡¿Qué es lo que sucede?! –pregunto Harry fuera de la habitación.

-Maldición… ¡Vete y déjanos solas! –le grito Vanessa pero ya era demasiado tarde. El muchacho había entrado y miró perplejo a la joven tirada en el suelo y luego a la pelirroja que se había quedado tan quieta como una estatua.

-¡¿QUE LE HICISTE?! –bramo Harry abalanzándose sobre la pelirroja y sacudiendola por los hombros.

-¡Me estas lastimando! –exclamo desesperada porque le estaba yendo de mal en peor. Y pensar que todo aquello lo habían ocasionado un par de hechizos desmemorizadores. -¡Yo no hice nada!

-¡Maldita sea Harry! ¡Déjala y venme a ayudar! –exclamo Vanessa que hacia un gesto de dolor tras otro.

El ojiverde soltó a la Ginny con brusquedad y se arrodillo junto a Vanessa para ayudarla a por lo menos sentarse en el suelo.

En eso, se escucharon pasos fuera de la habitación. Eran Hermione y Ron que habían alcanzado a su amigo escaleras arriba.

-¿Mami? –pregunto una vocecita que por encima del hombro de Ron trataba de ver lo que estaba pasando.

-No quiero que Melissa me vea así –le susurro rápidamente Vanessa a Harry.

-Hermione, llévate a la niña –pidió el muchacho a su amiga que tenia a la pequeña en brazos.

La castaña asintió con la cabeza segura de que Mel aun no había visto nada pero al darse la vuelta para salir de la habitación la niña empezó a gritar.

-¡Bájame! ¡Bájame! ¡Queyo ir con mami!

-Vamos a jugar tú y yo. Tu mama está… está ocupada –se le escucho decir a Hermione tratando de calmarla pero Melissa siguió gritando hasta que su voz se volvió solo un susurro.

-¡¿Ginny, que le hiciste?! –pregunto Ron que se había quedado y visto la misma escena que Harry había presenciado un minuto atrás.

-¡¿POR QUÉ SIEMPRE TENGO QUE SER CULPABLE DE LO QUE LE PASA A TODOS?! ¡YO NO LE HICE NADA! ¡¿POR QUE NADIE SE FIJA EN LO QUE ELLA ME HACE A MI?! –exploto la pelirroja señalando su rostro y manos manchadas de su propia sangre.

-¡Cállate Weasley! –grito Vanessa que ya se había puesto en pie pero su aspecto no era nada bueno.

-¿Sabes qué Ginny? ¡Ahora si estoy harto de ti y de tus mentiras!... ¡Largo de mi casa!

-Oye Harry, amigo, tranquilízate.

-Mejor ni te metas Ron, este es un asunto entre tu hermana y yo –puntualizo el ojiverde que continuaba muy enojado. -¿Y tú que estas esperando? ¡Fuera!

-Harry, te juro que yo no le hice…

-¡No me importa! ¡Solo vete de aquí, no quiero verte jamás en mi vida!… ¡LARGATE!

Ginny abrió la boca para replicar pero se detuvo al saber que nada de lo que dijera podría ayudarle en ese momento. Era mejor ya darse por vencida.

-¿Seguro que… eso es lo que quieres? –pregunto con un nudo en la garganta.

-Si –le contesto fríamente.

-En ese caso entrégame mi varita mágica

-Se la quedo Hermione –le contesto su hermano –Ginny… No tienes porque irte

-Claro que tiene que irse. –dijo Harry cruzándose de brazos.

-Basta Harry, ahorita estas enojado, no sabes lo que dices.

-Si quiere que me vaya me iré –dijo Ginny entre sollozos. Miro a Harry y pudo ver en su rostro que era la última palabra. Luego volteo a donde estaba Vanessa pero ella esquivo su mirada.

-¡Pues vete ya! –le grito nuevamente y ella pego un respingo.

-Solo una última cosa Harry… Perdóname por haberte amado tanto

-¿A eso se le llama amor? –susurro Vanessa pero fue un susurro que Ginny no escucho porque sin más, salió corriendo de la habitación.

-¡¡Ginny, espera!! –pidió Ron. –Eres un tonto Harry –le dijo a su amigo y después de lanzarle una mirada desaprobatoria salió para ir detrás de su hermana.

Harry cerró los ojos e inspiro hondo antes de volver a mirar a la chica de los ojos azul zafiro que tenia a lado suyo.

-¿Estás bien? ¿Por qué estabas tirada en el suelo?

-No me siento bien y no tengo ganas de hablar de eso ahora.

-Nunca tienes ganas de hablar de “eso”… Si me escondes algo mas, dímelo ahora.

-Te dije que quería privacidad ¿porque interferiste? Tenía todo bajo control.

-Sí, claro –dijo él con sarcasmo.

Ella bufo.

-¿Dónde está mi varita mágica?

-Se la quedo Hermione.

-Humm… Necesito ir a mi casa –dijo Vanessa pasando por su lado para salir de la habitación.

-Y yo necesito una explicación –añadió él que empezó a seguirla.

-Te he dado suficientes explicaciones por un día, confórmate con eso…. ¿Dónde estás Hermione? –pregunto mientras bajaba el último tramo de las escaleras pero al escuchar risitas provenientes de la cocina supo que era el lugar a donde debía ir.

Al entrar vio a la castaña sentada en una silla y sobre la mesa, arrodillada, estaba Melissa jugando con unos canarios que Hermione había hecho aparecer para entretenerla mientras los mayores arreglaban sus problemas.

-Hola princesa ¿te estás divirtiendo? –le pregunto

La niña asintió con la cabeza mostrándole el canario que había logrado atrapar entre sus pequeñas manitas

–Ese no es un peluche. Ten cuidado o lo puedes ahogar. –añadió pero en respuesta solo obtuvo otra risita traviesa. -¿Puedes entregarme mi varita? –dijo dirigiéndose nuevamente a la castaña que se la entrego de inmediato pero sin dejar de mirar a Harry con una gran interrogante grabada en el rostro.

-No logre alcanzar a Ginny –se escucho la voz de Ron que acababa de entrar a la cocina y al ver con que jugaba Melissa retrocedió un paso –¡Aleja esos pájaros de mi vista! –exclamo al recordar lo sucedido la última vez que la castaña los había conjurado.

-¿Para qué se preocupan por Ginny? Seguramente a de estar chillando con su mami –dijo Vanessa y Ron la miro entrecerrando los ojos

-¿Alguien puede explicarme que pasa? Primero viene Ginny llorando y pidiéndome su varita, luego Ron corriendo tras ella y después ustedes dos que bajan tan tranquilamente.

-Que te diga Harry, yo me voy… Mel, ven con mami, nos vamos a casa. –dijo Vanessa y con pesar la niña fue hasta sus brazos.

-Ahora eres tú la que no irá a ningún lado –amenazo Harry.

-¿Ah no? Mírame… -dijo ella con una sonrisa maliciosa –Y no puedes hechizarme con una pequeña en brazos…

Se dio la vuelta y se encamino a la chimenea. Melissa apoyo la cabeza sobre el hombro de su mamá y volvió a abrir y cerrar su manita en señal de despedida. Harry miro los diminutos ojos verdes de su hija que solo reflejaban tristeza por la nueva separación y se pregunto si esa misma expresión se reflejaba en su rostro.

Después de eso unas llamas verdes las envolvieron y desaparecieron de su vista.

-Vanessa sigue estando loca –susurro Ron.

-Harry, por favor tienes que decirme todo lo que ocurrió allá arriba, por cuidar a tu hija me perdí de muchas cosas, lo sé… No es que me molestara cuidarla, ella es un amor y tampoco es que sea chismosa pero…

-Que te diga Ron, Yo no voy a permitir que Vanessa vuelva a alejarse de mí y menos que me aleje de mi hija. –dijo al tiempo que como Vanessa se metía en la chimenea.

-¿Y bien? ¿Vas a contarme? –pregunto la castaña a su novio que dio un largo suspiro y se dejo caer en una de las sillas…

******

-¿Cuándo vede a papi ota vez? –pregunto Mel mientras su madre iba escaleras arriba.

-Muy pronto bebe, te lo prometo. –contestó Vanessa que miro como su hija se empezaba a tallar los ojos -¿Tienes sueño? Hoy no has tomado una siesta.

-No…

La niña bostezo y trato de negar con la cabeza. Vanessa dibujo una sonrisa, empezó a arrullarla y entró en la primera habitación del piso superior. Estaba decorada especialmente para Melissa con juguetes y peluches en una repisa, y con una cuna junto a la ventana. La acostó con cuidado y se quedo observándola. Sabía que era cuestión de minutos o incluso segundos para que Mel se rindiera.

-Duerme pequeña, duerme… -susurro Vanessa y de manera inconsciente se llevo la mano al brazo izquierdo.

Levanto la vista y miro por la ventana pero no para mirar los destellos anaranjados del atardecer que cubrían el horizonte y tejados de las casitas de enfrente. No, lo que veía era el tenue reflejo de su rostro pálido y delgado. Suspiro y dijo:

-Sabía que vendrías Harry…

Se dio la vuelta para verlo y fue hasta la puerta desde donde él la estaba observando.

-¿Por qué huyes de mi? –le pregunto mirándola a los ojos.

-No lo hago… Necesitaba venir a mi casa y lo hice… Aunque también quería un poco de privacidad para platicar contigo. Me canse de las interrupciones de Hermione y de los chistes tontos de Ron… Sígueme, vamos a nuestra antigua habitación. ¿Aun la recuerdas verdad? –dibujó una sonrisa y noto como el rostro de Harry se ruborizaba un poco –Si algo tengo que agradecerte de estos dos años es que hayas mantenido mi casa en pie. Eso me facilito muchas cosas cuando volví…

-Hacía mucho tiempo que no venía a este lugar. ¿Allá abajo hay un televisor?

-Oh si –dijo ella con una risita –Era para mantener contenta y entretenida a la chica muggle que cuidaba de Melissa; me desharé del aparato en cuanto pueda, nuestra hija aprende de todos y de todo lo que ve. No quiero que esos muggles le den ideas… -Harry no entendió el comentario pero decidió no hacer preguntas sobre el tema; había cosas mucho más interesantes que conocer…

Entraron a la habitación luego de caminar por el resto del estrecho pasillo y Harry vio que era igual a como lo había visto la ultima vez pero no se entretuvo mucho en recordar el pasado; observo a Vanessa que fue al rincón más lejano y señalando con la varita hizo aparecer una mesita sobre la cual había algunas pociones.

-Tuve que esconder mis objetos mágicos, no podía arriesgarme a que mi amiga muggle anduviera de curiosa y descubriera que había algo aun más extraño en mí.

Vanessa inspiro y tomo uno de los frascos cuyo contenido era de un color verde olivo.

-¿Para qué son? –pregunto Harry al ver que había más frasquitos con el mismo contenido.

-Créeme, no quieres saberlo… -le respondió la muchacha y de un trago se bebió la poción.

-¿Ahora si piensas decirme toda la verdad?

-Siéntate –dijo ella luego de quedarse pensativa por unos segundos.

El ojiverde obedeció y se acomodo en la orilla de la cama esperando que Vanessa se sentara a su lado pero en lugar de eso, se puso a caminar de un lado al otro visiblemente nerviosa.

-¿La verdad?

-Sí, toda la verdad ¿Cómo recuperaste la memoria, porque volviste y… que rayos paso en Grimmauld Place con Ginny?

-Harry, yo… -empezó la chica y lagrimas resbalaron por su rostro. Harry se preocupo ¿tan grave era que se ponía a llorar? –No sé como decírtelo pero lo hare… Harry… yo… me estoy muriendo…

Sus palabras tardaron mucho en llegar a la mente del hombre que tenia frente a ella. Vanessa parecía asustada ante la reacción que tuviese Harry, su respiración se volvió agitada y continuaban brotando lágrimas de sus inconfundibles ojos azul zafiro.

-¿Estas bromeando verdad? Vanessa, no estoy para que sigas jugando conmigo. –dijo Harry con severidad.

-¡¿Te parece que estoy bromeando?! ¡Pues no Harry! ¡ME VOY A MORIR Y MUY PRONTO!

La joven estallo en un lamento desesperado. Se llevo ambas manos al rostro y se dejo caer de rodillas donde continuo llorando a todo pulmon. Harry no sabía qué hacer. Su mente se rehusaba a aceptar lo que ella le acababa de recalcar pero no podía dejarla ahí, sola y llorando en el piso. Se arrodillo frente a ella y solo la abrazo con fuerza por la cintura al sentirse incapaz de darle una palabra de aliento. Un nudo repentino en la garganta se lo impidió.

-Me voy a morir Harry, me voy a morir… -repitió una y otra vez entre sollozos

La joven correspondió el abrazo de Harry apoyando la cabeza sobre su hombro y rodeando su espalda con los brazos. Era la primera vez desde hacía más de dos años que se abrazaban de aquella manera. La primera vez que estaban realmente juntos aunque el ojiverde deseo que aquel abrazo se hubiese dado en otras circunstancias…

Vanessa siguió llorando por unos minutos más y una vez calmada se separo de Harry y limpio las lagrimas con la manga de su blusa.

-Perdóname por habértelo dicho de esta manera. Me estuve preparando las últimas semanas para decírtelo de una forma menos brusca, menos dolorosa pero… no es fácil manejarlo.

-Lo que me has dicho aun no tiene sentido ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto cuando pienso que acabo de recuperarte?

-Voy a contártelo todo y sabrás como eso tiene relación con lo que tanto ansias saber –dijo la joven y cruzo las piernas para sentarse y tener una posición más cómoda.

Enlazo sus manos con las de Harry y lo miro a los ojos antes de iniciar…

Unos meses después de que Melissa nació los recuerdos empezaron a llegar a mi mente como simples borrones del pasado. Algunos me daban miedo y quería desterrarlos de mi cabeza pero sabes que son de las pocas cosas que una persona puede controlar a voluntad.

Confiaba en que los sanadores y las pociones que me daban para recobrar la memoria surtieran el efecto esperado. Fue una recuperación muy lenta pero yo mantuve el silencio. Era mejor esperar a que todas las piezas del rompecabezas estuvieran unidas a emocionar a unos cuantos con los pequeños flashbacks de mi vida.

Hace seis meses lo recordé todo y no repetiré lo que ya te dije; me rehusé a volver para quedarme en el hospital donde de vez en cuando ayudaba a los sanadores con los magos o brujas que llegaban pero en otras ocasiones ellos debían ayudarme porque no me sentía bien. La herida que me había hecho Bellatrix nunca sano por completo y con cualquier roce sentía que me moría y quemaba por dentro; fue ahí cuando supe que el momento de hacer las preguntas había llegado. Pregunte a la anciana sanadora que cuidaba de mi el porqué de todo aquel malestar pero nunca obtuve respuestas hasta hace tres meses que una joven brujita tuvo que reemplazarla:

-Hola señora, ¿Cómo está hoy? Ya le he traído sus pociones. Recuerde que debe beberlas todas para que se sienta mejor. –me dijo.

Yo obedecí pero era una brujita que hablaba demasiado y decía cosas que no tenía que decir. Fue toda una suerte que no me desesperara y la corriera porque lo que me dijo cambio el rumbo de mis pensamientos por completo.

-Es una lástima que siendo usted una mujer tan bonita tenga que morir tan joven… -se me helo la sangre al escucharla y sentí como si mil cuchillos me atravesaran el corazón.

Me quede congelada y espere a que ella dijera todo lo que tenía que decir.

–Como ya sabe estas pociones son para mantenerla con nosotros el mayor tiempo posible aunque eso implique no ayudarla a recuperar la memoria pero… ¿Qué prefiere, tener recuerdos o vivir lo suficiente para cuidar de su hija? Yo hubiese tomado la misma decisión que usted… vivir lo mas que se pueda –muy quitada de la pena la chica me sonrió y yo seguía congelada. Los sanadores nunca me habían administrado pociones para la memoria, todo era para mantenerme viva.

-Y… ¿Por qué moriré? –pregunte casi en un susurro. Si era verdad lo que me decía tenía que existir una muy buena razón –Mi memoria no es buena aun, ya no lo recuerdo.

-Pues según el historial, tiene que ver con la maldición imperdonable que recibió en el brazo. El hechizo la rozo demasiado, falto poco para que fuera mortal. Así que la está matando lentamente. Nosotros solo retrasamos lo inevitable. He seguido su caso desde que llego a San Mungo; la mayoría de los sanadores apostaba que usted moriría en el parto de su hija pero mírese, aun sigue con vida –y volvió a sonreírme como si habláramos del clima o de que alguien tenía pegada una escoba a la cabeza por un hechizo mal realizado –¿Es feo no señora? Saber que morirá y no poder hacer nada para detenerlo…

Ese fue uno de los momentos más crueles que he pasado en mi vida y creí que había escuchado suficiente pero aun faltaba más.

-¿Sabe que es lo que más me gusta de usted Sra. Yalek?

-No

-Pues que se toma las cosas muy a la ligera, como si no pasara nada. Esa fortaleza es digna de reconocimiento. Supongo que ya está más tranquila al saber que no tiene que preocuparse por Melissa… –continúo y dirigió la vista a mi niña que dormía plácidamente junto a mí y en eso mas cuchillos me atravesaron el corazón ¡Mi hija! pensé y sentí miedo de verdad. –Escuche que ya le están buscando un hogar para cuando usted muera… Melissa estará bien sin usted –volteo a verme y a sonreírme cínicamente. Esa chica no tenía idea que yo desconocía toda esa información porque de lo contrario lo hubiese dicho de otra manera o quizá no lo hubiera mencionado. Todos los de San Mungo sabían que moriría menos yo –Debo atender a otros pacientes, se le ofrece algo más?

Negué con la cabeza pero una pregunta asalto a mi mente.

-¿Cuánto…? -mi voz sonó tan rasposa y entrecortada que tuve que carraspear para aclararla. -¿Cuánto tiempo me queda de… vida? ¿Por qué usted si lo sabe verdad? a mí… a mi no me lo han querido decir

-Oh, eso no podría decírselo con exactitud… ¿seis? ¿siete meses? –se encogió de hombros –Siendo muy optimistas un año más. La vamos a extrañar cuando eso pase pero mientras tanto, que tenga un buen día…

Y se fue dejándome sola y con una enorme preocupación. En los siguientes días me encargue de investigar que la información fuera cierta y cuando lo comprobé me propuse dejar el hospital pero no quisieron dejarme ir por las buenas me decían “Usted dijo que iba a quedarse con nosotros y tiene que cumplirnos”. Yo explote contra ellos muchas veces y de ahí la teoría de que me había vuelto completamente loca pero tenía que marcharme y volver…

-Hace tres semanas provoque una gran distracción en el hospital, hice aparecer una gran nube de humo en el cuarto piso y los que me vigilaban las veinticuatro horas del día tuvieron que dejar de hacerlo. Me fugue del hospital con mi pequeña pero obviamente no a todos les gusto mi partida pero no porque de verdad les preocupara yo… Lo que les preocupaba era dejar a mi hija conmigo sabiendo el destino que me esperaba, que aun me espera –dijo Vanessa con la voz entrecortada.

-¿Así que por eso volviste? –pregunto Harry y ella asintió con la cabeza.

-Si alguien debe cuidar de Melissa cuando yo no este es su propio padre ¿no crees? No estaría bien que un completo desconocido se hiciera cargo de ella.

-Vanessa… ¿estás segura de lo que me has dicho? No existe la posibilidad de que todo sea un error. Aun me parece ilógico.

--Estoy segura Harry.

-Es como si el destino se empeñara en separarnos y no vernos felices. Eso es muy injusto

-Lo sé pero –ella suspiro - … prométeme que cuidaras bien de Melissa.

-Te lo prometo pero por ahora no pienses en eso –le dijo el mirándola a los ojos y tomando su rostro entre las manos.

-La vida es tan fugaz… -susurro Vanessa pasados unos segundos y sin darse cuenta se fueron acercando más y más. Vanessa cerró los ojos para dejar que las lágrimas se deslizaran por su mejilla. Harry quería besarla y sentía que la chica quería lo mismo al permitirle tal acercamiento. Ambos podían sentir el dulce aliento que les rozaba la piel, el mismo hormigueo que habían sentido con el primer beso, ellos a pesar del tiempo y de todo lo que les sucedió se seguían amando. –Te sientes tan feliz y de pronto…

-… En un segundo todo cambia… –término Harry la frase por ella y se acerco los últimos milímetros que le faltaban para que sus labios se unieran.

Sin embargo, en ese preciso momento Vanessa se hizo para atrás bruscamente. Harry desconcertado la miro. No entendía como un momento como ese se hubiera arruinado. “Con lo cerca que estaba” pensó La miro a los ojos y la chica lo observaba con gesto ceñudo, como si estuviera… ¿molesta?

-Leíste mi diario –dijo ella con los labios apretados.

-¿Qué? –pregunto Harry que al principio no entendió y después recordó que la frase que él había repetido unos segundos atrás la había leído una y otra vez en un pequeño libro plateado. -¡Oh!

-¡Leíste mi diario! ¡¿Cómo pudiste? ¿Dónde está? yo se que lo tienes, ¡devuélvemelo! –exclamo la chica que se puso de pie de inmediato no sin antes hacer el ademan de querer golpear a Harry pero se contuvo.

-Tranquila –dijo el ojiverde que también se puso de pie –Lo recupere de la mansión. Se supone que tú estabas muerta; yo tenía que conservar algún recuerdo tuyo así que no te enojes. De a ver sabido lo hubiera dejado ahí.

-Lo siento Harry, pero siempre fui muy celosa con mis cosas. ¿Me lo puedes devolver?

-Está en Grimmauld Place, acompáñame por el

-Puedo acompañarte a la chimenea; prefiero esperar a que me lo traigas… Recuerda que quiero un poco de privacidad. –le dijo.

El muchacho asintió con la cabeza y salió de la habitación. Vanessa lo siguió y se quedo parada frente a la habitación de Melissa. Harry se percato y volvió con ella.

-¿Qué sucede? –le pregunto.

-En julio será su cumpleaños y ni siquiera sé si estaré aquí para celebrarlo –le respondió con voz estrangulada. –El 31 de julio es el mejor día para nacer ¿no crees? –le dijo dibujando una débil sonrisa en su rostro para apaciguar las cosas y que Harry no se preocupara más de lo que debía.

Él también sonrió contento de que su pequeña compartiera la misma fecha que el aunque no muy seguro de que esa expresión fuera lo correcto a como estaban las cosas.

-¡Anda ya por mi diario! –le ordeno al muchacho que dio un respingo y bajo rápidamente las escaleras.

-No tardare nada –le dijo antes de desaparecer entre las llamas verdes.

Y lo cumplió.

Harry no tardo más de dos minutos en volver a la casa. Apenas y le había dado tiempo a la chica de terminar de bajar los escalones y sentarse en el sofá cuando apareció nuevamente con una caja de madera entre las manos.

-Vaya, de verdad eres rápido –dijo la joven extendiendo las manos para que Harry le entregara la caja.

El ojiverde asintió con la cabeza pero no respondió porque el ir corriendo lo había agitado demasiado.

Se sentaron colocando la caja de madera en medio de ambos. Vanessa comenzó a sacar uno a uno sus recuerdos dibujando una sonrisa cada que veía alguno y pasados unos minutos dijo:

-No recordaba que había guardado esto aquí.

Abrió una cajita negra y alargada dentro de la cual estaba una cadenita dorada con tres colgantes en forma de corazón (un zafiro, un rubí y una esmeralda). Harry observo la joya y volvió a sentir la misma curiosidad que el día en que lo había visto la primera vez.

-¿Quién te lo dio? Es un collar muy bonito.

-Snape… mi… mi papá. –le respondió la joven. La palabra “papá” aun le era difícil de decir. -¿Puedes sostenerlo un momento? –le pidió dándole el collar para ponerse de pie y esculcar entre sus bolsillos.

Harry la miro atento y cuando Vanessa encontró lo que buscaba vio que era un collar idéntico al que Harry sostenía.

-Snape me dijo que confiaba en mí para que los guardara pero que los collares nunca debían estar juntos.

-¿Por qué?

Ella se encogió de hombros

-No lo sé. Solo me dijo que con esos collares había cometido el error más grave de su vida.

-El error más grande de tu padre fue decirle a Voldemort sobre una profecía que nos involucraba a ambos. Por culpa de Snape mis padres murieron. El darle esa información provoco que Voldemort les diera caza. Él podía ser igual de cruel que Bellatrix, no tienes ideas de lo que me hizo pasar.

-Deja a mi padre en paz. Si quieres difamar a alguien por qué no lo haces con la urraca de Lestrange –en eso le arrebato el collar -¿Aun sigues preguntándote quien te hizo perder la memoria? Recuerdo que morías por saberlo.

-Sí, un poco –respondió dirigiendo la vista a las joyas -Son muy bonitos e inofensivos, no sé porque Snape te dijo eso. Tal vez y como Voldemort, él tenía problemas con las cosas brillantes.

-Pues el ya no está y dudo que venga de la tumba a decirme lo que debo hacer o no. –dijo la chica encogiéndose de hombros.

Coloco los colgantes de los collares uno frente al otro mientras estos reposaban en la palma de su mano. Los levanto a la altura de sus rostros y ambos miraron para ver lo que sucedía cuando de repente…

-¡Buu! –exclamo la muchacha moviendo la mano rápidamente a donde estaba Harry. Este dio un salto y por poco se caía al suelo. –Jajaja –estallo la muchacha al ver el susto que le había dado.

-Graciosa –dijo Harry entrecerrando los ojos. –Solo me engañaste ¿verdad? Esos collares no hacen nada.

-Fue cierto lo que te dije –replico ella aun con una sonrisa en los labios –Pero no sé qué es lo que hacen o si se necesita un hechizo para que funcione. Quizá y por todo este tiempo se han descompuesto.

-¿Dijiste que con eso Snape cometió un error? –volvió a preguntar con escepticismo a pesar de conocer la respuesta.

Volvieron a poner los collares juntos de modo que el colgante de cada color estuviese frente a su igual pero no paso nada.

-De acuerdo, Snape me engaño –dijo la chica mirando a Harry.

En eso un resplandor llamo su atención. Los corazones empezaron a brillar y su luz iba aumentando. Ambos se quedaron boquiabiertos al ver el precioso destello azul, verde y rojo que al final se volvió una luz tan brillante, que los cegó por unos segundos.

Al abrir los ojos ya no estaban en la acogedora sala de Vanessa, si no en un callejón oscuro, solitario y frio.

-¡Por Merlín! ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos?

-Creo que es el Callejón Knockturn… -dijo Harry tratando de reconocer el lugar –Genial, Snape te heredo un bonito y poco útil traslador –bufo.

-No se… Un traslador no es una cosa por la cual se preocupara de esconder. Debe haber algo mas… ¡Shhh, alguien viene! –susurro y jalo a Harry para que se pegara a la pared y así no ser descubiertos.

A unos treinta metros de donde ellos se encontraban apareció un joven de aspecto abatido y agitado. Miraba el suelo de forma pensativa, con varita en mano y luego por inercia levanto el rostro.

-¡Oye, ese soy yo! ¿Esto es… es el pasado? ¡Es imposible!–exclamo Harry a Vanessa pero ella solo le indico que guardara silencio.

El Harry que estaban viendo se dio la vuelta y tres hechizos le golpearon la cabeza dejándolo inconsciente.

-Vaya, te pegaron duro –susurro Vanessa.

De las sombras emergieron tres figuras, entre ellas Bellatrix Lestrange que parecía muy satisfecha de lo que había hecho.

-¡Ahí está esa maldita bruja, deja voy a darle su merecido! –exclamo Harry y salió del rincón donde estaba escondido.

-¡Espera! –le susurro la muchacha y lo jalo del brazo obligándolo a entrar en uno de los viejos establecimientos que a causa de los mortifagos se habían cerrado.

-Déjame matarla de una vez

-No voy a permitir que salgas de aquí y vayas a enfrentarte a… -corto la frase y cambio de tema –Ahora empiezo a entender lo que dijo Snape del error de su vida. Utilizo esto para regresar al pasado y obtener lo que quería pero ¿Cómo es posible? Según yo, no es posible regresar tanto, ni siquiera con los giratiempos.

-Los giratiempos ya no existen

-Eso no importa… Dime, ¿en que estabas pensando cuando pusimos los collares juntos?

-Pues pensaba en todos los errores que he cometido en mi vida, lo que dijiste sobre Snape me dio mucho en que pensar y uno de esos recuerdos fue este. Siempre he pensado que irme de Grimmauld Place aquel día fue uno de los mayores errores de mi vida. Si yo no hubiera estado en este lugar Bellatrix y los otros dos no me habrían hechizado y separado de mis amigos. Ahora que descifraste el misterio deja voy por Bellatrix antes de que se marchen conmigo.

-Harry –dijo Vanessa tomándolo por el brazo. -¿También consideras un error el haberme conocido?

-Yo…

-Seamos honestos, si sales y haces alguna estupidez, el presente que conoces no va a existir. ¿Estás consciente de eso, verdad? ¿Y sabes el revuelo y problemas que causaría que ellos te vieran aquí cuando acaban de hechizarte?...

-Conocerte no fue un error, de hecho, es lo mejor que me ha sucedido en la vida.–dijo Harry.

Ella se quedo quieta por un instante al escucharlo. “Qué manera de cambiar de tema” pensó

–Vanessa, yo aun te amo…

La joven trato de articular palabra para darle una respuesta a lo que le decía pero no salió nada más que tartamudeos. Harry se acerco y sin esperar a que le pudiera decir algo (si es que lograba hacerlo), la beso.

Vanessa correspondió de manera apasionada, le rodeo el cuello con los brazos y aquello duro no menos de un minuto.

-Vaya –dijo ella avergonzada y separándose de Harry cuando se dio cuenta de que no era el lugar ni el momento adecuado para demostraciones de amor. –Estee… necesitamos encontrar la forma de salir de aquí. Ojala y Snape mínimo hubiese dejado un instructivo.

-Oye, se me acaba de ocurrir algo –dijo Harry y Vanessa lo miro escudriñando los ojos para tratar de adivinar que pensamientos cruzaban por la mente del ojiverde. -¿Por qué no utilizamos esto para cambiar el pasado?

-No –contesto rotundamente.

-No cambiar mi pasado… Cambiar el tuyo –dijo observando sus ojos azul zafiro. Espero a que ella volviera a replicar pero como no añadió nada continuo –Mira, si por lo menos pudiéramos evitar que Bellatrix te hiriera, si existiera una forma de cambiar eso tu no estarías en peligro de muerte ahora.

Ella entreabrió la boca al comprender que es lo que el muchacho trataba de decirle pero pasados unos segundos volvió a repetir:

-No…

-Piénsalo Vanessa, piensa en mí y en ti… juntos. Piensa un poco en Melissa, ¿no te gustaría verla crecer?

Vanessa guardo silencio sin dejar de mirar los ojos verdes que a gritos le suplicaban que aceptara la idea pero no sabía que decir o que pensar. ¿Qué era lo mejor?, ¿Tratar de cambiar su pasado o aceptar el destino fatal que le esperaba?