domingo, 14 de junio de 2009

CAPITULO 16 LA HISTORIA DE LOS BESSAT

CAPITULO 16 LA HISTORIA DE LOS BESSAT.

Harry y Ginny caminaron un par de cuadras y al doblar en otra esquina la pelirroja extendió la mano para que Harry la tomara pero el ojiverde hizo una mueca sin moverse. Ese rechazo le dolió mucho a Ginny a pesar de que era algo que ya esperaba.

-¿A dónde vamos? –pregunto Harry por tercera vez en un tono más insistente

-Confía en mí.

-No puedo confiar en ti Ginny, ya no. –le contesto meneando la cabeza negativamente. –Si no me dices a donde vamos, no iré a ningún lado contigo.

El muchacho aguardo por una respuesta pero Ginny se mantuvo en silencio sin dejar de mirarlo directamente a los ojos.

-Bien –susurro Harry luego de largo e incomodo minuto –Adiós Ginny –y se dio la media vuelta para regresar a su hogar sin dejar de maldecir por lo bajo preguntándose porque había seguido a Ginny.

-¡Espera! –lo llamo la pelirroja sin alzar mucho la voz pero él la ignoro y continuo con su camino. –Me has obligado a hacer algo que no quería hacer –murmuró para sí misma y se abalanzo sobre Harry rodeándole la espalda y aprisionándolo entre sus brazos. Harry se quejó y después sintió los efectos de la desaparición conjunta

“¿Así o más estúpido?” pensó con enojo al recordar las sabias palabras que alguien le había dado alguna vez: “Nunca le des la espalda a tu oponente”. Se suponía que Ginny era su nueva enemiga y le había dado la espalda con toda la tranquilidad y confianza del mundo. Quiso gruñir pero simplemente no pudo.

Al aparecerse se tambalearon y estuvieron a punto de caer. Harry se apresuro a sacar su varita mágica pero Ginny en ese tiempo había aprendido a moverse verdaderamente rápido y de una u otra forma se la había sacado de la bolsa trasera del pantalón y ahora lo amenazaba con ella en la espalda.

-¡Pero…!

-¡Shhh! Por favor no grites –le susurró al oído poniendo una mano sobre la boca de Harry por si se le ocurría hacerlo. –Seguro te estás preguntando cómo fue que te quite la varita tan rápido ¿no? –se rio por lo bajo –Siempre has sido muy predecible: Bolsa trasera del pantalón, lado derecho. ¿Vanessa sabe eso? Apuesto a que no.

-¿Qué es lo que quieres Ginny? –pregunto Harry muy enojado tratando de ladear el rostro para verla mejor pero no veía nada, todo estaba en completa penumbra y el único sonido que se escuchaba era el de su respiración y las voces de ambos.

- Lo único que quiero es hablar contigo y si la única forma de lograrlo es dejarte desarmado hasta que me escuches pues así será.

-Estás loca… -le dijo con desprecio.

-Tal vez, pero discutamos mi locura en un lugar más seguro. ¿Te parece?

-¿Vas a decirme en donde estamos?

-Estamos en la cueva del lobo. –susurró Ginny y Harry temió por el significado de aquellas palabras. –Ahora quiero que camines hasta el fondo de este callejón; si, Harry, estamos en un callejón –añadió al presentir que el ojiverde diría algo.

Caminaron en silencio y Harry no dejaba de pensar en darse la vuelta y quitarle a Ginny la varita pero las probabilidades de éxito en medio de aquella oscuridad eran mínimas. Cuando toparon con la pared, Ginny se puso a un lado de Harry sin dejar de enterrarle la varita en las costillas. Ella tocó la pared buscando algo y una vez que lo encontró, puso la punta de la otra varita mágica sobre la superficie de la cual brotaron pequeñas chispas de un escarlata muy intenso. Al mismo tiempo se escucho un sonido parecido al que producen dos metales al chocar.

-Quítate las gafas –pidió Ginny tan rápido que Harry apenas le entendió.

-Si me las quito veré peor de lo que veo ahora –respondió con cautela tratando de ubicar en que parte se encontraba la pelirroja. Detrás de él seguramente pero la varita mágica ya no lo amenazaba y la voz parecía proceder de todas partes.

-De eso se trata, de que no veas nada y no sé de qué te preocupas si yo seré tu guía…

-Eso es lo que me preocupa –dijo Harry entre dientes. Ella no lo escucho.

-… Así que quítatelas ahora mismo o te las quito yo. –Harry sintió nuevamente la punta de la varita en su espalda. Suspiró, se quito las gafas y las guardo. –Escuches lo que escuches, pase lo que pase, veas lo que veas (si es que ves algo) No vayas a hacer preguntas hasta que yo te diga que hables de nuevo.

-¿Por qué? –el ojiverde seguía sin entender nada y faltaba poco para que explotara en contra de los secretos de la pelirroja.

-Shhh… Subiremos unas escaleras así que trata de no hacer mucho ruido.

Luego Ginny lo empujó fuertemente contra la pared y Harry apretó los parpados poniendo las manos al frente para tratar de contener el inevitable impacto contra la pared de ladrillo pero los segundos pasaron y nunca se estrello. Habian atravesado la pared como en King’s Cross. Abrió los ojos y como esperaba todo estaba borroso, pero aun así, podía distinguir que se encontraban en medio de la intersección de un pasillo a ambos lados de ellos y un largo pasillo al frente que se encontraba tenuemente iluminado por pequeñas luces blancas que de repente parecían parpadear dándole un ambiente lúgubre e inseguro.

La pelirroja lo jaló ligeramente de la capa de viaje para que fueran hacia la derecha y para asegurarse de que Harry no se marchara o se alejara de su lado, opto por entrelazar su mano a la de él a pesar de que él quiso rechazarla nuevamente. Lo condujo en silencio por el pasillo de la derecha sosteniendo una varita en la mano, quizá era la de ella, quizá la de él. Parecía temer encontrarse con algo o con alguien. Harry trató de enfocar pero solo veía borrones de puertas de madera, rotas y maltratadas, en el suelo hojas de periódico, en un rincón algo parecido a una telaraña y una habitación con muchas butacas dentro y una ventana con todos los cristales rotos.

“¿En donde rayos me vine a meter?” se dijo a sí mismo cuando llegaron a la famosa escalera. Los tablones rechinaron al menor toque y Ginny tomo la decisión de que la forma más rápida de llegar al siguiente piso era corriendo, así por lo menos el ruido sería muy fuerte pero duraría menos tiempo del que si trataran de subir lento y sin hacer ruido.

-¿Quién anda ahí? –pregunto la voz de un hombre al escuchar las pisadas que terminaban de subir las escaleras.

El sonido provino del fondo del pasillo que estaba justo enfrente de las escaleras. Se vio como una puerta se abría y por ella se colaba una luz amarilla que ayudaba a dibujar la silueta de quien salía a inspeccionar. Ginny volvió a jalar a Harry a otro pasillo de la derecha y lo metió en la primera puerta que encontró.

El muchacho tropezó con su propia capa de viaje y cayó de bruces en el polvoriento suelo. Todo estaba aun más oscuro que en el antiguo callejón así que prefirió pegarse a la puerta para escuchar lo que sucedía fuera…

-¡Soy yo, Ginny! –dijo la pelirroja con voz temblorosa alejándose un poco de la puerta.

El hombre se acercó, podía oírse su caminar con toda claridad.

-¿Por qué tan despierta a estas horas de la noche Ginny?

-Lo mismo podría preguntarte a ti Walter Deyant –respondió con amargura. –Y sin embargo no lo hago porque son asuntos que no me interesan.

El hombre rio secamente.

-Nunca perdonaras el asesinato de tu hermano ¿verdad?

-Nunca, -le aseguró –Malditos asesinos de mier…

-Supéralo Ginny, la gente muere todos los días. Además, eso te pasa por no haber dicho que tenías otra familia… -la pelirroja gruñó y el hombre volvió a reír. –Ahora dime qué haces despierta y a quien has traído a este lugar porque me he dado cuenta; hay alguien escondido detrás de esa puerta.

Ginny no contesto de inmediato, parecía estar meditando lo que diría a continuación:

-Tú eres el ultimo al que debo dar respuestas de mis actividades, pero supongamos que te digo lo que quieres saber. ¿Qué harás con eso? ¿Decirle a Rebeca? –Harry se imagino a Ginny dibujando una sonrisa burlona por el sonido de su voz –No lo creo, porque tengo entendido que esta noche planeas salir huyendo de aquí…

-¿Como lo sabes? –pregunto el hombre con urgencia.

-Los escuche esta mañana. Tú y Anne estaban haciendo sus planes y como ella no está con su queridísimo esposo ahora, ¿puedo suponer que ya se marcho con la niña?

No obtuvo respuesta.

-¿Por qué se van Walter? ¿Es que acaso ya les dio miedo perder lo que creyeron seria suyo para siempre?... ¡Oh, sí! Ya sé todo sobre ese asunto.

-Ella prometió que sería nuestra y ahora la quiere de vuelta… -el hombre se oía preocupado. –Por eso nos vamos. No puede quitárnosla.

-Rebeca se va a enojar muchísimo, los buscara hasta encontrarlos y les hará pagar su abandono y traición.

-Me importa poco. Nos largamos y punto. –dijo Walter con los dientes apretados –Y mas te vale no haberle dicho a nadie más lo que sabes–Ginny retrocedió –Necesitamos el tiempo suficiente para que no pueda andar sobre nuestros pasos. Ya estamos cansados de todo esto, ¡queremos una vida tranquila! –y dicho esto se marchó. Entonces se oyó nuevamente el crujir de los escalones y luego todo se volvió silencio.

Ginny al querer abrir la puerta, ésta golpeo la cabeza de Harry haciéndolo caer de espaldas. La pelirroja no dijo nada al respecto, sólo espero a que él se hiciera a un lado para entrar en la habitación.

-Estuvo cerca - Ginny cerró la puerta tras ella y suspiró profundamente.

-¿Ya vas a decirme que es todo esto?

-No seas impaciente Harry, solo dame un minuto más.

Chasqueo los dedos y se encendieron varias velas y una gran lámpara de aceite que reposaba en medio de una desvencijada mesa de madera. El suelo estaba más que sucio, las paredes eran oscuras y con muchas marcas parecidas a rasguños. Había una chimenea y al fondo podía apreciarse otra puerta que daba la apariencia de caer con sólo darle un soplo. Después de eso, apunto con su varita mágica en varias direcciones mientras poco a poco todo iba cambiando.

Ver esa escena le recordó a Harry el día en que él y Albus Dumbledore habían visitado la casa de Horace Slughorn y que luego de estar todo tirado, volvía a convertirse en un lugar habitable: El polvo desapareció, de las paredes se desprendió el moho haciéndolas ver de un color más claro; la puerta, sillas y la mesa se arreglaron y para darle un toque más hogareño, la chimenea se encendió.

-Vaya –susurró Harry cuando esa habitación le pareció irreconocible.

-Bienvenido a mi hogar. –Ginny se encogió de hombros y señalo una de las sillas para que Harry se sentara. El ojiverde frunció el entrecejo pero no se movió. –Lamento haberte traído aquí contra tu voluntad por así decirlo pero por favor Harry, prometo explicarte todo. Siéntate y te devuelvo la varita mágica si eso te hace sentir mejor.

El muchacho de mala gana se sentó y le arrebato su varita de las manos.

-Dijiste que querías hablar en un lugar seguro… ¿Seguro para quién? ¿Para ti o para mí? Porque déjame decirte que traerme a un lugar que no conozco y en donde se que están las personas que mataron a uno de mis mejores amigos no es nada seguro. ¿Qué es este lugar? ¿Quiénes son ellos? ¿Quién eres Ginny? Necesito una explicación pronto porque no entiendo nada.

La chica suspiró y se mordió el labio antes de comenzar a hablar. Luego lanzo un hechizo a la puerta por la que habían entrado y se relajo un poco en su asiento.

-De acuerdo, empezare por las explicaciones más sencillas… Estamos en Londres, en un viejo internado muggle que ha estado en ruinas por años o al menos eso creen todas las personas. Rebeca encontró este lugar de hace años, ningún mago lo conoce y cada que algún muggle se propone entrar aquí pues los confunden para que se les olvide que es lo que planean hacer. He vivido aquí todo el tiempo desde que me marche de mi propia casa desconsolada y humillada por tu querida Vanessa, con la cual aun tengo muchas deudas pendientes y no descansare hasta que pague lo que me hizo.

-Ginny…

-No Harry, déjame hablar. Prometí que si yo no podía ser feliz ustedes tampoco lo serian y no permitiré que te cases con ella.

-No eres nadie para decirme que hacer o no hacer con mi vida. Si me quiero casar con Vanessa lo hare y no pienso pedirte permiso –exclamo Harry. –Hemos tenido esta discusión muchísimas veces. Ginny, entiende que ya no te amo. Permítenos ser felices y trata de ser feliz con quien te plazca.

-Está bien Harry, ya no me amas pero tampoco la amas a ella. Vanessa es solo un capricho. No estás con ella porque la quieras, ¡no la amas! Reconoce que te mantienes a su lado por tu hija, solo por ella y nada más. No serás feliz con Vanessa y yo me encargo de eso

-¡Basta Ginny! ¿Qué es lo que quieres lograr con esto? ¿Qué el próximo en morir por tu absurda venganza sea Ron o tus padres? ¡De-ja-nos vivir en paz! ¡Arruinaste mi boda, mataste a tu hermano! –y cuando pronuncio esto dio un golpe en la mesa de impotencia haciendo que Ginny pegara un respingo y que las lagrimas que se habían acumulado en sus ojos por fin se derramaran sin parar.

Harry experimento un sentimiento extraño al verla llorar. Se notaba lo mucho que Ginny lamentaba la muerte de Fred a pesar de que ella lo hubiera causado. A Harry le dio lastima y le dieron ganas de abrazarla como en sus viejos tiempos pero debía aceptar que las cosas eran completamente diferentes ahora. Involuntariamente su mano se había deslizado por la mesa para alcanzar el brazo de la joven bruja pero cuando se percato de lo que estaba haciendo, la regreso a su regazo y simplemente la observo.

-Ginny, si algo nos enseño todo lo que pasamos a lo largo de estos años; es que la venganza no es buena. Olvidemos el pasado y vuelve a tu vida de antes. Regresa con tus padres, ellos y tus hermanos te… te extrañan… -conforme Harry decía esto último, su voz se fue apagando porque no estaba del todo seguro. Ron estaba muy enojado al igual que George por la pérdida de su otra mitad.

-No puedo volver. No tendría el valor de verlos nuevamente a la cara sin que se me caiga de vergüenza. Deben de odiarme. Es mejor que me quede aquí, con mi nueva familia y que pase lo que tenga que pasar.

-¿Familia a ese montón de asesinos? –Harry estaba incrédulo -Escuche lo que te dijo aquel hombre y no mostraba el menor indicio de lamentar lo que ocurrió en la cascada.

-Yo elegí mi nueva vida y ya no hay marcha atrás. Además, Rebeca en si no es mala. Puede estar loca y muy obsesionada con lograr conseguir lo que quiere pero no sabes la facilidad que tiene para mantener a todos unidos a pesar de que no todos nos llevemos bien. Ella me acogió cuando mas sola me encontraba.

-No puede ser –dijo Harry negando con la cabeza para añadir con ironía lo siguiente: –Te lavaron el cerebro. ¡Tu nueva y fantástica vida mato a tu hermano, eso debe de ser algo muy satisfactorio!

-¡Ya no me lo recuerdes, deja de hablar de Fred!

-Es que sigo sin entender que significa este lugar y que rayos haces aquí con esa tal Rebeca. Vanessa me conto algo de esa mujer. ¡Quería llevarse a mi Mel!

-Lo sé, pero necesitas conoces las razones para que la juzgues… Hace muchos, muchos años cuando ella era casi una niña estudiaba en Beauxbatons, un día, alguien en una excusión las abandono a ella y a otras niñas. Las dieron por muertas pero ella se las ingenio para mantenerlas a salvo a todas. De alguna forma llegaron a Londres y recuperaron sus vidas. A partir de ese momento la obsesión de Rebeca comenzó… Es una historia muy larga, y puede que el final no te guste ¿quieres oírla?

Harry asintió con la cabeza y Ginny cambio de postura en su silla dirigiendo la vista a la chimenea.

-Rebeca tiene un don para reconocer el potencial en los otros. Ella cree que debe de proteger a todos los niños magos que se le crucen por enfrente al igual que ella protegió a sus compañeras de aquellos que no sepan apreciar sus habilidades mágicas. Según Walter Deyant (que es uno de los que más tiempo llevaba a su lado), todo iba perfecto porque su labor era meramente altruista, no dañaba a nadie con ese deseo. El y su esposa Anne, eran mortifagos y cuando cayó la primera vez ya-sabes-quien, Rebeca les ofreció un poco de protección para que no fueran a parar a Azkaban ni nada por el estilo. Cuando el señor tenebroso volvió a todos les dio pánico pero decidieron que sería mejor para ellos volver a las filas de los mortifagos. Walter le avisaba donde habría algún ataque a familias de magos donde quedaran involucrados los niños que pudiesen quedar huérfanos o al cuidado de personas irresponsables y Rebeca se los llevaba para cuidarlos pero su miedo al señor tenebroso se incremento tanto que empezó a reclutar a los niños para que ahora ellos la protegieran a ella, como te digo, la mayoría son jóvenes magos y brujas que tienen grandes capacidades mágicas para alguna actividad en especifico y ellos la adoran tanto que no dudarían en arriesgar su vida por Rebeca.

-¿Incluida tu? –pregunto Harry que comenzaba a asimilar la historia pero aun le resultaba irreal.

-Eso no importa ahora… Un día… -continúo Ginny con su historia olvidándose de Harry nuevamente. –Hace como cuatro años y mientras tú estuviste desaparecido…

El muchacho que observaba a la pelirroja pudo notar como un ligero rubor de enojo se encendía en las mejillas de la muchacha al recordar aquella época.

-Durante uno de esos tantos ataques en un pequeño pueblo de Albania, quien-tu-sabes descubrió lo que Rebeca intentaba hacer y quiso matarla pero cuando ella le explico porque lo hacía; Vo-voldemort –tartamudeo y Harry puso los ojos en blanco de que a la gente aun le diera miedo decir aquel nombre tan fácil y sencillo de pronunciar. –Bueno, él, le perdono la vida a cambio de que formara un ejército con esos pequeños que algún día se convertirán en grandes magos; magos capaces de formar un equipo fuerte, poderoso, unido y leal a cualquier orden de Rebeca, sería un equipo tan perfecto que sustituiría fácilmente a los viejos e ineptos mortifagos del señor Tenebroso.

-Pero Voldemort está muerto y eso ya no puede ser.

-Sin embargo –prosiguió la pelirroja levantando la mano para que el ojiverde no la interrumpiera de nuevo. –Me contaron que para que quien-tu-sabes estuviera seguro de que Rebeca cumpliría su palabra, la obligo a conjurar el juramento inquebrantable. Desconozco exactamente cuáles eran sus clausulas pero a pesar de que el está muerto ella sigue con su búsqueda pero ahora es más selectiva, quiere a los mejores en su familia y así como se ha vuelto de selectiva, también se volvió más cuidadosa: Si los pequeños que quiere para su colección, tienen familia, hace un trabajo limpio para que ya no la tengan. –miró a Harry de reojo y al ver su cara de confusión volvió a tratar de explicarlo. –Ahora los secuestra pero nunca han sospechado de eso, siempre parece que los niños mueren en algún accidente o en medio de un conflicto mágico o… no lo sé. Tienen mil maneras de hacer desaparecer a un niño de la vida de sus padres sin que nadie pueda darse cuenta.

-¿Quizá con hechizos desmemorizadores?

-Miles de maneras Harry –reitero Ginny. –Rebeca Bessat no actúa exactamente por maldad, actúa por obligación. Sea lo que sea, a nadie le gustaría morir por culpa de no cumplir el juramento inquebrantable ¿o sí?

-Pues tienes razón pero ¿tú te prestas al secuestro de esos niños? Es horroroso y repugnante, está muy mal. ¡¿Cómo es posible que te hayas unido a ellos?!

-Yo no me presto a hacer esas cosas, no me obligan a hacerlo pero tampoco puedo delatarlos ni impedirles que lo hagan. Te dije que ya no había marcha atrás en mis decisiones y es porque antes de unirme a Rebeca Bessat me dijeron todo lo que ellos hacían y si yo estaba dispuesta a unirme tenía que aceptar su forma de vida, sus costumbres y todo lo que hicieran pero aunque quisiera no puedo irme así como así y olvidarme de todos ellos porque sería mal agradecida, cometería traición por abandonar todo lo que me han dado: Techo, comida, cariño y una preparación mágica mejor de la que pude recibir en Hogwarts.

-¿Por qué me cuentas todo esto Ginny? –le cuestiono Harry con aire pensativo.

-Te lo cuento para llegar a la verdadera razón por la que quería hablar contigo. Quiero proponerte un trato y creo que eso te puede interesar. –señaló la pelirroja con seriedad –Es algo bastante sencillo y si aceptas podrías olvidarte de Rebeca para siempre.

-¿Qué es lo que quieres?

- Ella quiere dos cosas que tu posees… -espero a que Harry dijera algo pero el ojiverde no lo hizo, permanecía inmóvil en su silla. –Rebeca quiere a tu hija…

-¡Nunca! –grito Harry y se puso rápidamente de pie provocando que la silla cayera sonoramente al suelo.

-¡¿Por qué jamás dejas que termine mis oraciones?!

-Porque nada de lo que dices tiene sentido. Es una locura –le recrimino.

-Rebeca está dispuesta a dejar a tu hija en paz si a cambio le entregas otra cosa.

-¡¿Qué quiere de nosotros esa mujer?!

-Quería a tu hija pero recordó que hay otra pequeña que cumple con los mismos requisitos. Si escuchaste todo lo que hable con Walter, te habrás dado cuenta de que mencionamos a una niña –Harry asintió. –Él y Anne perdieron a su primer hijo hace tres años y Rebeca les regalo una niña que por cierto, nunca he visto pero eso no importa. Rebeca prometió que nunca la tocaría pero ahora necesita completar el rompecabezas que armo, solo que los Deyant están más que molestos y asustados porque no quieren entregar a la niña. Por eso huyen esta noche. Rebeca buscara a esa niña o a tu hija porque asegura que tienen habilidades especiales que le serán de gran utilidad… No me mires así que yo tampoco lo entiendo –dijo atropellando unas palabras con otras. –Bueno… ehhh… aparte de las niñas quiere otra cosa…

-¿Qué cosa? –insistió Harry.

-Un collar, solo eso, ella quiere un collar que ustedes tienen y que tu hija trae colgado del cuello.

Al escucharla la boca de Harry se entreabrió por la sorpresa y Ginny se percato de su reacción.

-¿Te dijo para que quiere ese collar? –pregunto Harry en apenas un susurro.

-No, pero no se cansa de repetir que con eso podría cambiar las cosas que pasaron. Supongo que se refiere a que unas joyas como esas sacan del apuro a cualquiera

Por supuesto que Rebeca quería salir de un apuro pero no en el sentido monetario, Harry sabía que cualquier persona que tuviera en su poder Los Collares del Tiempo podría cambiar los acontecimientos a su antojo y la frase que el retrato de Dumbledore le había dicho a él y a Vanessa volvió a su cabeza como en flashback:

“que no haya más cambios temporales y tampoco queremos que por accidente alguien traiga a Voldemort a la vida ¿o sí?”

Si le entregaba el collar o los collares a esa mujer, podría provocar el regreso de Voldemort y peor aún, el cambio de todas las cosas que conocía, Vanessa le había mencionado la noche anterior de cómo se había puesto Rebeca Bessat en cuanto había visto los colgantes en forma de corazón que pendían del cuello de su pequeña hija. Pero… ¿Cómo sabia ella de esos collares cuando habían permanecido en poder de Vanessa durante casi toda su vida y aparte de Dumbledore y Snape casi nadie conocía de ellos?

Eso tal vez sería una pregunta sin responder pero de lo único que estaba seguro, era que pasara lo que pasara, le habían prometido a Dumbledore que nadie aparte de ellos sabría la utilidad de los collares, que jamás volverían a Hogwarts por los corazones de rubíes que habían dejado escondidos ahí y que nunca de los nuncas, se lo entregarían a alguien más.

-¿Harry?

El muchacho salió de su ensimismamiento y dio un paso hacia atrás cuando se percato de que su rostro estaba a centímetros del de la pelirroja.

-Ese collar no es un simple collar ¿verdad? Pareces preocupado, ¿para qué sirve y porque lo quiere Rebeca?

-No te diré nada. Y no hay ningún trato Ginny. No le entregare a esa chiflada ni a mi hija ni el collar.

-Harry, si no aceptas, vas a desencadenar una cacería. Ya dime que es lo que tiene de importante ese collar como para que no puedas entregarlo. Solo son unos cuantos rubíes, zafiros y esmeraldas y tú tienes suficiente dinero para comprarle millares de collares idénticos a tu hija.

-Ya te dije que no me interesa tu trato Ginny y esa es mi última palabra. Si esa mujer y tu grupito de amigos quieren cazarme pues que lo intenten. Toda mi vida fui perseguido y siempre fui capaz de defenderme, con más razón defenderé a mi bebe de personas locas como ustedes. Así que mejor aléjense de nosotros porque hare cualquier cosa si se meten con mi familia. –termino de decir arrastrando las palabras.

-Entonces si vas a rechazar el trato te recomendare un par de cosas… Escóndete, pero escóndete muy bien, cambia de casa y olvida tu empleo para que a Rebeca le sea más difícil encontrarlos. Reconozco que me encantaría ver sufrir a Vanessa perdiendo a su hija pero después de lo que paso con Fred no involucrare a nadie más para cumplir mi venganza contra Vanessa, se que los Bessat podrían ayudarme con lo que yo pidiera, pero la cuenta pendiente solo es entre ella y yo…

-Creí que era una venganza en contra de ambos.

-Lo era pero a ti te he perdonado solo porque eres un idiota que no sabe reconocer la diferencia entre quien te quiere de verdad y de quien solo te utiliza y manipula a su antojo. Mi mayor odio es hacia Vanessa, dile que arreglaremos esto frente a frente. No sé cuándo ni dónde pero la hare pagar por todo lo que me hizo. Que se vaya preparando porque será en un duelo mágico, probaremos ahora si quien es la mejor bruja y ¿sabes que es lo mejor Harry?

El no dijo nada, tenía la mandíbula y los puños apretados conteniéndose lo máximo para no volver a decirle un millón de cosas que pudieran herir a la pelirroja.

-Lo mejor de todo será que indirectamente tú también pagaras tu desprecio cuando la veas en el suelo pidiéndome perdón y piedad para que la deje tranquila. Juro que cuando pase eso estaré feliz.

-¡Me largo Ginny, ya no soporto seguirte escuchando!

-No puedes salir de aquí sin mi –grito la pelirroja al verlo muy decidido a cruzar la habitación rumbo a la puerta.

En eso alguien llamo a la puerta y Harry se quedó congelado al igual que la pelirroja. Se miraron el uno al otro y volvieron a llamar a la puerta de manera más insistentemente.

-¡Ábrenos Ginny, sabemos que estas despierta! –se oyó la voz alegre de una muchacha.

-Harry, no pueden verte aquí, ellos si te llevarían con Rebeca para que le des lo que quiere, tienes que esconderte un momento, será rápido, solo tengo que deshacerme de ellos. –dijo Ginny con urgencia jalándolo del brazo para que entrara en la habitación continua.

Él estaba dispuesto a replicar pero no lo hizo. Entro en la espaciosa habitación que a la vez fungía como recamara y cocina, le recordaba a los departamentos que tanto admiraba su tía Petunia en las revistas, Ginny tenía buen gusto para las decoraciones, eso no podía negarlo. Ginny apago una lámpara que se encontraba en una mesita pero aun así la luz de la luna se siguió colando por las dos ventanas que daban directo a la calle. Le suplico a Harry que no saliera ni hiciera ruido pero él quería saber quiénes eran los visitantes de Ginny así que entreabrió la puerta solo lo suficiente.

Siguieron llamando a la puerta de forma insistente y Ginny apenas la abrió.

-¿Qué quieren?

-¿Por qué sigues siendo tan descortés Ginny? ¿Tanto te cuesta decir “Hola”? –dijo la voz de un joven.

-Hola –dijo ella entre dientes abriendo un poco más la puerta dejando ver a cuatro figuras

-Buenas noches Ginny, ¿podemos pasar? –dijo la voz de otro hombre en un tono más amable.

-Pues… -tartamudeo la pelirroja. No deseaba que entraran, sino todo lo contrario.

-¿Si, verdad? Ah que amable eres –dijo esta vez la voz de una niña que hizo a Ginny a un lado para colarse al interior de la habitación. Ginny Weasley puso los ojos en blanco y se hizo a un lado para dejarlos pasar.

Harry se dedico a observarlos atentamente. Todos eran jóvenes y portaban elegantes capas de viaje. El primero de los hombres era alto y delgado, su cabello era oscuro, largo y alborotado, según sus cálculos, tendría más o menos la misma edad que Ginny a quien no dejaba de lanzarle miradas de disculpa y preocupación. A la siguiente que vio fue a una muchacha que justo en ese momento se quitaba cuidadosamente la capucha, su cabello era corto y de un color tan pelirrojo como el de Ginny. Sus ojos eran celestes e irradiaban una chispa de alegría, ella también era joven pero no tanto como los adolescentes que vio después.

Ambos tendrían por mucho la misma edad que él había tenido cuando participo en el Torneo de los tres magos. Un chico y una chica. El chico, (alto para su edad) era moreno y le llamo mucho la atención que lo primero que había hecho al entrar era dirigirse a una ventana para tratar de ver su reflejo y asegurarse que el copete de su cabello corto y negro continuara acomodado como a él le gustaba.

“Un presumido seguramente” pensó Harry

La otra niña quien había empujado a Ginny en la entrada, era quizá la más pequeña del grupo, tenía el cabello largo, castaño y rizado y por alguna extraña razón le recordó a como era antes su amiga Hermione Granger, con la única diferencia de que su amiga no tenía los ojos grises y tampoco en su vida podría usar una minifalda como la que ella usaba en ese momento.

El joven moreno saco su varita mágica e hizo aparecer unos sofás frente a la chimenea para que todos se sentaran.

-La comodidad ante todo –dijo sentándose en uno de ellos.

-Gracias Brian –dijo la chica de los ojos celestes.

-Por supuesto, pónganse cómodos al fin que están en su casa –dijo Ginny con sarcasmo. Era obvio que no pensaba eso. La pequeña castaña se rio y le dijo:

-Teóricamente estamos en nuestra casa Ginny. No en nuestras habitaciones pero si en nuestra casa.

-Mira Valeria, no te quieras hacer la graciosita conmigo… –empezó a decir Ginny.

-Ginny, relájate ¿de acuerdo? Venimos con toda la tranquilidad del mundo y tú, estas de agresiva con nosotros, eso no es justo –interrumpió la otra muchacha y le dedico una sonrisa de complicidad a Valeria quien sonrió nuevamente.

-De acuerdo Cassie, pero puedes decirme ¿A que vinieron? ¡Son las cuatro de la mañana!

-Ni siquiera estabas dormida Ginny, ¿de qué te quejas? –se burlo Brian

-¿Por qué no te sientas Ginny? –pregunto el otro muchacho señalando un lugar junto a él para que la pelirroja lo ocupara antes de que arremetiera en contra de Brian. –No te quitaremos mucho tiempo.

Ginny miró de soslayo a la puerta detrás de la cual Harry observaba y fue cuando se dio cuenta de que no estaba cerrada tal y como ella la había dejado.

-No pierdas tu tiempo John, a Ginny le gusta estar de pie –le susurró Valeria.

Finalmente Ginny salió de su ensimismamiento y se sentó junto a John. Después Cassie se aclaro la garganta para decir algo:

-¿Adivina que Ginny? –ella solo la miro pero no le contesto nada. –Hoy te toca cuidar a Brian y Valeria.

-¡¿Qué?! –exclamo abriendo los ojos como platos. –No pienso hacer eso.

-Jajaja, perdiste la apuesta Valeria, págame –aseguro Brian extendiendo la mano a donde la castaña de ojos grises. Ella le saco la lengua y le entregó un galeón.

-¿Qué apostaron? –pregunto John con curiosidad.

-Apostamos sobre cuál sería la primera palabra que diría Ginny cuando Cassie le dijera que debía cuidarnos.

-¿Ah sí? –dijo Cassie entre risas. -¿Y cuáles eran las palabras que participaban?

-Yo dije que gritaría un “¿Qué?” y Valeria dijo que gritaría “¡Están locos!” gane yo. –Valeria volvió a mirarlo con odio y él le guiño un ojo. –Aunque yo siempre gano mis apuestas. ¿Recuerdan cuando aposte que podía derribar a cinco magos en menos de un minuto? También gane esa apuesta. Soy el mejor duelista –agrego con orgullo.

-Serás el mejor duelista pero jamás podrás contra mis hechizos de defensa Brian –le enfrento Valeria quien se puso de pie y empuño la varita mágica. Brian la imito y le lanzo una mirada desafiante.

-¡EY! ¡Alto ahí jovencitos! –exclamo Cassie levantándose de su asiento y poniéndose en medio de ambos. –Les recuerdo que existen leyes que deben cumplirse y que una de las que aceptaron es que no habría duelos entre nosotros a menos que sea durante los entrenamientos.

-Siempre nos arruinas la diversión Cassie. No sé porque no te has convertido en jefa de leyes mágicas. Reglas y reglas. –gruño Brian y se volvió a sentar.

-Aun no lo descarto Brian, de hecho Rebeca cree que es una genial idea que nos vayamos mezclando entre los otros. Yo lo llamo infiltración silenciosa.

-Bueno, bueno, basta de presumir quien es mejor que quien. Es mejor que se vayan, no pienso cuidar a ninguno de ustedes por ahora.

-Pero debes hacerlo.

Valeria se empezó a reír por la cara de enojo que acababa de poner Ginny y Brian le siguió.

-¿De qué se están riendo?

Ninguno de los dos tuvo la fuerza para dejar de reír y contestarle, por lo que Cassie tuvo que hacerlo.

-¿Sabes que es lo que más nos encanta de ti Ginny?... Que sigues siendo la nueva, aunque seas mayor como John y yo y aunque estés con nosotros desde hace más de un año, sigues siendo la nueva a la que este par seguirá gastando bromas. Pensé que ya habías aprendido que aquí nadie cuida de nadie y a la vez todos cuidan de todos, solo querían molestarte y averiguar quién ganaba su apuesta.

-¡Malditos mocosos! Y tu John, que eres el mas cuerdo de ellos no me dijiste nada. –el se encogió de hombros y le respondió:

-Lo siento, no podía decirte nada pero en verdad intente convencerlos de que no vinieran a molestarte hasta mañana.

-En ese caso váyanse ahora mismo de mi habitación y no me molesten mas… -se dirigió a la puerta y la abrió para que salieran.

Todos se pusieron de pie y Valeria y Brian no se dejaron de quejar por el poco humor de la pelirroja. Cuando salieron y Ginny estaba a punto de cerrar la puerta, John la detuvo.

-Oye, quería preguntarte algo… ¿Segura de que no quieres participar en nuestra próxima misión? Sera divertido, solo será como un entrenamiento más. He hecho todos los cálculos que me pidieron y será algo sencillo, un plan que no puede fallar.

-¿Qué es lo que piensan hacer?

- Nada del otro mundo, solo nos entretendremos con unos viejos mortifagos el tiempo suficiente para armar escándalo y lograr que los metan a Azkaban sin que nosotros quedemos involucrados. Si lo hacemos con el plan que diseñe será pan comido y muy, recreativo.

-Ehh… voy a pensarlo. Tengo sueño, quiero dormir.

-Muy bien Ginny, que pases buenas noches.

Los cuatro se marcharon y en cuanto Ginny estuvo segura de que habían desaparecido por la puerta, fue hasta donde Harry aguardaba pero el ojiverde ya no estaba ahí. Volteo en todas direcciones buscándolo pero lo único que vio fue una de las ventanas abiertas.

-Oh Harry ¿Por qué hiciste eso? –susurró la pelirroja tratando de ver si aun podía localizarlo pero no lo vio por ningún lado.

******

Harry hubiera esperado a que los amigos de Ginny la dejaran sola nuevamente pero en cuanto vio las primeras señales de que pronto amanecería, supo que no tenía el suficiente tiempo para esperarlos. Él debía volver a su casa y tenía que encontrar la manera de hacerlo.

Había intentado desaparecerse pero no funciono (ya sabía que no iba a funcionar pero de todos modos tenía que intentarlo) fue entonces que pensó en la ventana y en que si desde ahí podía ver la calle, entonces podría salir y bajar. Realizar aquella operación no había sido del todo difícil, sino más bien muy cansado. En cuanto salió por la ventana faltó poco para que resbalara y callera pero todo había salido perfecto. Fue bajando poco a poco sosteniéndose de los ladrillos y las hendiduras de las ventanas y cuando le faltaba poco para llegar al suelo brincó. Ahora tenía raspada una rodilla y de su mano brotaba un poco de sangre pero nada de lo que realmente pudiera quejarse.

No esperó ni un segundo más para admirar la vieja construcción y se desapareció de aquel extraño lugar que no estaba seguro de volver a encontrar.

Reapareció a escasos metros de la entrada de su casa, todo estaba muy silencioso tal y como lo había dejado pero se sintió observado. Miro en todas direcciones pero no había nadie, no podía haber nadie ahí. Entró a la casa, dejó su capa de viaje en el perchero que siempre tenía colgado algo y subió sin hacer ruido hasta su cuarto. Aun no tenia sueño pero para su bien mas le valía acostarse junto a Vanessa y tal vez fingir que jamás había abandonado su hogar.

Cuando entró al dormitorio lo primero que vio fue el tejado de la casa de enfrente que se veía perfectamente desde la ventana pero entonces tuvo una horrible sensación en el estomago porque él había dejado las cortinas corridas, no abiertas como ahora estaban y eso solo podía significar una cosa…

“Vanessa me vio”

Volteo a donde estaba la cama pero la encontró vacía y la sensación se incremento muchísimo más.

-¡Lumus! –murmuró y alumbro la habitación rogando que ella anduviera escondida por algún rincón jugándole una mala broma. Al recorrer con la varita mágica el cuarto, vio el closet abierto de par en par y la mitad estaba vacía. -¡Ay no!

Se empezó a desesperar y sintió que las piernas le temblaban, Vanessa no estaba ahí y su ropa tampoco estaba. Después cuando se disponía a ir a la habitación de Melissa un destello sobre la cama llamo su atención. Se acercó y vio que se trataba del anillo con una piedra de zafiro que él le había regalado a Vanessa en señal de compromiso.

-Por favor, no. –volvió a murmurar conteniendo un nudo en la garganta. Tomó el anillo entre sus dedos y descubrió que no solo estaba el anillo, sino que un pequeño pergamino estaba cuidadosamente enrollado en medio del orificio.

Con dedos temblorosos lo sacó de donde estaba guardado y lo desenrollo para leerlo.

La nota no contenía mucha información, solo decía lo siguiente…

¿Recuerdas lo que dije que pasaría si te marchabas con Weasley?

Yo si lo recuerdo.

Adiós Harry.

Vanessa Prince Potter


Alguien de los que me lee aqui quiere participar en algun capitulo de Memorias Perdidas II?? Si es asi, mandenme o dejen en comentarios:

un nombre para el personaje

descripcion fisica,

forma de vestir

y alguna caracteristica de personalidad que quieran ^_^