CAPITULO 18 CONVERSACIONES OSCURAS
Los Bessat apenas se estaban recuperando de la confusión por aquel escape tan inesperado cuando la voz de alguien subiendo las escaleras llamó su atención.
-¡Rebeca, Rebeca! –gritaba Will un poco agitado.
-¿Si?
El muchacho al ver a todos reunidos entrecerró los ojos tratando de evaluar la situación para finalmente dirigirse a la mujer rubia.
-Acabamos de ver a dos de los nuevos salir del edificio a toda prisa. Daba la impresión de que estaban huyendo.
Al fondo se escuchó la risita de Chris pero a nadie le parecía divertido lo que acababan de oir.
-Debieron detenerlos porque huyeron de verdad. –se apresuró a decir Valeria.
-¿De… de verdad? –pregunto Will dirigiéndose nuevamente a Rebeca; la persona en quien más confiaba. -¿Por qué harían eso si estar aquí es lo mejor del mundo?
-Porque Walter no estaba para detenerlos. ¿Dónde se metió ese hombre si sabía muy bien sus obligaciones para hoy? –argumento Cassie un poco indignada.
-William, ¿Encontraste a Walter? –preguntó Rebeca con extrema serenidad –Me gustaría obtener una explicación. No estuve ausente toda la noche para traerlos aquí y luego ver como dos muy buenos elementos escapaban cuando a él le correspondía relevarme.
-Pues… te tengo una muy mala noticia, Walter desapareció. Su habitación está vacía, y unas niñas vieron a su esposa salir muy sospechosa ayer por la tarde con su hija… -sacó de entre sus ropas un pequeño pergamino y se lo entregó a la rubia. –Esta Andy me dijo que Anne le dio ese papel para que te lo diera hoy por la mañana. Nadie los ha vuelto a ver desde entonces.
Rebeca Bessat frunció el entrecejo y quito el sello del pergamino para ver lo que decía.
-Increíble –susurró y trató de dibujar una sonrisa en su rostro pero a leguas se notaba que estaba muy enojada. –Walter también nos ha dejado.
Pasó la nota a John, quien era el más cercano a ella. Él leyó la nota y luego se la mostró a Ginny.
¡Nunca, Rebeca! ¿Lo entiendes?
Nos vamos a donde no puedas encontrarnos, a un lugar donde tu locura no alcance a NUESTRA hija.
Abandonamos a la familia dispuestos a afrontar las consecuencias de nuestros actos.
Atte. Walter y Anne Deyant.
Ginny trato de mantenerse relajada porque ella había hablado con Walter la noche anterior y conocía un poco el porqué de sus planes, pero no le convenía decir nada. Era más fácil hacerse la desentendida.
Mily fue la primera que habló después de que aquel silencio.
-Rebeca… Chris y yo no entendemos nada de lo que están hablando, y como comprenderás, esta conversación se está volviendo un poco incomoda para nosotros.
Chris la fulminó con la mirada, a él le resultaba de lo más interesante y tenía ganas de leer la famosa nota.
-Lo sé mi querida Mily y siento que en su primer día estén escuchando cosas sin sentido cuando deberían estar disfrutando de su bienvenida. –le dedicó una sonrisa y luego le pidió a John que los acompañara a la sala donde algunos ya los estaban esperando. –Cassie, Brian, Vale y William; ustedes también deberían de acompañarlos.
-Yo también voy con ellos –se apuntó Ginny caminando detrás del grupo pero la mano de Rebeca se posó gentilmente sobre su hombro.
-Me temo que tu no iras con ellos, Ginny. Me gustaría hablar contigo.
-Eh… sí, claro. –murmuró la pelirroja mirando por última vez al grupo de brujas y magos. John se había vuelto para mirarla, a él también le hubiera gustado que ella los acompañara pero ante la voluntad de Rebeca, nadie se atrevía a renegar.
-Les encantará el lugar –decía Valeria a los recién llegados en un intento de mejorar el tenso ambiente que se había formado minutos atrás –En cuanto sepan exactamente todo lo que hacemos aquí lo pasaran en grande, no se arrepentirán. ¿Ya tienes habitación Chris?
-No…
-Hay una habitación libre junto a la mía, quizá quieras ocuparla. –la chica suspiró. –Es una lástima que no seas rubio. –concluyó y dieron vuelta en una esquina.
Brian y William estallaron en carcajadas al escuchar eso y su risa se vio amortiguada por el estruendo de un hechizo golpeando la pared.
-¡¿Qué les he dicho sobre los hechizos en los pasillos?! –grito Rebeca.
Nadie contesto pero Ginny pudo distinguir las risitas de John y Cassie alejarse.
-Amo a esos niños pero hay días en que me gustaría que maduraran más rápido. –la rubia expresó sus pensamientos en voz alta –Acompáñame Ginny.
Ambas bajaron los escalones y entraron por la puerta que estaba frente a ellas la cual las llevó a un increíble patio con luces artificiales que flotaban dando tanta luz al lugar como si fueran los mismísimos rayos del sol. Ese era uno de los lugares favoritos de Ginny porque el olor a pasto le recordaba mucho a su antiguo hogar. Había varias banquitas acomodadas en las intersecciones de los pasillos tapizados con piedras de rio. En una de las esquinas del fondo, se ubicaba una fuente que ofrecía un verdadero espectáculo de chorros de agua saltando, bailando y formando espirales muy hermosas.
Ese lugar había sido creación de Rebeca, y por lo que le habían contado a Ginny, era el lugar al que la rubia acudía cada que necesitaba meditar o relajarse por las cosas que no sucedían como ella lo esperaba. Podía ser relajante, pero Ginny en ese momento no se sentía relajada. Ella deseaba saber que era lo que Rebeca quería preguntarle o que quería hablar con ella. Esperaba que no tuviera nada que ver con Walter o con el otro tema que Ginny aun no quería discutir.
Rebeca se sentó al borde de la fuente y le indicó a la pelirroja que se sentara a su lado. Ella respiró hondo varias veces antes de decir algo.
-¿Sabes Ginny? No entiendo porque Walter me hizo esto. Era un tema que no estaba a discusión, él estaba comprometido con el bien de esta familia. Reclutar a la pequeña bajo mi tutela era algo fundamental. No me tiene para nada contenta lo que hizo y ahora tendré que buscarlo y hacerlo pagar por su traición. Eso no es divertido, pero las reglas son reglas. ¿No lo crees?
La pelirroja no supo que contestarle, la verdad era que le daba miedo cuando Rebeca hablaba de reglas. Más aun cuando nadie quiso decirle que había pasado con el chico que anteriormente ocupaba su habitación antes de que ella llegara a la familia. Walter quien en ese entonces aun le caía bien sólo había dicho: “Rompió las reglas y por eso ya no está con nosotros” –pero lo había dicho en un tono tan lúgubre y sarcástico que no le gusto en absoluto.
-Y para terminar de arruinar esta bella mañana, se escaparon dos muchachos con mucho potencial. Ellos no me preocupan tanto, puedo encontrarlos de nuevo y dudo que sean capaces de contar lo que vieron o donde estuvieron. Nuestra residencia es un lugar seguro.
-Por supuesto… - contesto Ginny aunque por dentro pensaba “Tan seguro que pude meter a Harry sin problemas”
-Ahora con el abandono de Walter debo de cambiar algunos de mis objetivos… ¿Hablaste con Potter?
-¿Qué? –inconscientemente Ginny se hizo para atrás en cuanto escucho la pregunta.
-Después de la muerte de tu hermano, te pedí que le hicieras una oferta a Potter, ¿lo hiciste?
-Si…
-¿Cuándo? –pregunto con velocidad esperando igualmente una respuesta rápida.
-Anoche.
Ginny se sorprendió de sí misma, no tenía intención de revelarle esa información tan de pronto.
Rebeca sonrió.
-Tienes unas horas muy inadecuadas para hacer visitas, ¿lo sabías? –Ginny levantó el rostro sin entender lo que quería decirle. –Oh, sí, yo también andaba de visita cerca de la casita de los Potter. Me pregunto a donde lo habrás llevado para platicar.
-No creo que eso sea importante –le corto a la defensiva y afortunadamente Rebeca no se dio cuenta. O intento fingir no darse cuenta.
-No, no lo es. Me alegra que esa manía tuya por ocultar las cosas y decir mentiras se esté desvaneciendo un poco. Odio que los miembros de mi familia tengan secretos personales conmigo porque como te diste cuenta, puede traer consecuencias fuera de nuestro alcance.
-Lo sé.
-¿Y bien, que fue lo que te dijo Potter? –le insistió la mujer
-Él no quiere saber nada de nosotros. Obviamente no acepto el trato y no veo razón por la que hubiera aceptado. ¿Para qué quieres a la niña? ¿Y ese collar que tiene de especial?
Rebeca la miró a los ojos sin responderle inmediatamente. La sonrisa de su rostro aun no se borraba; era como si le divirtiera los gestos de la pelirroja al pronunciar sus exigencias.
-No creo que necesites saber esa información, al menos no por ahora.
-Pues dices que no debe haber secretos entre nosotros ¿no? Demuéstramelo Rebeca, demuestra que tú también sigues esas normas que tanto te empeñaste en crear. –exclamó poniéndose de pie y plantándose frente a Rebeca que la observaba sin inmutarse en absoluto por sus palabras –Dime porque quieres ensañarte con la hija de Harry. Ya tienes a demasiados niños talentosos aquí.
-Mira Ginny… -empezó en un tono más severo, pero aparentemente tranquila. –No hagas que me canse de repetirte lo mismo una y otra vez, o tendré que recurrir al recurso que más odio. –continuo y muy disimuladamente se llevó una mano a los bolsillos donde tenía guardada su varita mágica.
Ginny palideció.
-¿Alguna vez te has preguntado porque escojo a niños y adolescentes magos que a adultos experimentados? –Rebeca suspiró como si estuviera recordando un bello pasaje. –Los niños son más manejables. Si a un pequeño le enseñas lo que necesita saber y lo haces feliz demostrándole que puede confiar en ti, en el futuro se comportará como quieres que se comporte. En cambio, con los adultos es más difícil que entiendan eso, porque vienen arrastrando consigo el pasado, un pasado que al llegar aquí no tiene porque existir. –hizo una pausa esperando que la pelirroja volviera a quejarse de algo pero no lo hizo. –Ginny, a mi no me importa tu pasado, no me importa que tu hermano haya muerto o que Harry Potter nunca te valorara como mujer. Tu pasado me es completamente indiferente. Es más, tu pasado y el de cualquier otro me estorba –añadió recalcando las últimas palabras.
-Estás loca…
–La vida no sería divertida sin un poco de locura. –le contestó.
Si algo le fastidiaba a Ginny de Rebeca era que nunca había algo que la molestara lo suficiente para verla enojada o más bien, nunca había algo que le quitara la sonrisa de los labios a pesar de que había razones de sobra para que explotara en contra de alguien
-Chris y Mily aceptaron renunciar a su pasado por las buenas, John también. Con Vale hubo problemas pero nada que no pudiéramos solucionar. –continuo hablando como si se tratara de la conversación más normal del mundo –Así que tú decides Ginny; haces a un lado tus sentimentalismos por las buenas y nos dejas trabajar o te olvidas de tus recuerdos para siempre. –la mujer amplió mucho mas su sonrisa al ver la cara de la pelirroja. –Estoy segura de que no extrañarías tus recuerdos, al menos nadie los ha recordado hasta ahora y te serviría de experiencia para saber que sintió Vanessa cuando intentaste borrarle la memoria.
Un sonido llamó su atención y la puerta por la que habían entrado se abrió. Se trataba de una jovencita de baja estatura, con el cabello corto, oscuro y bastante liso. Sus incisivos de enfrente eran un poco más grandes que el resto y a su cara le daba la apariencia de un pequeño conejo. Se acercó (dando saltitos) llevando de la mano a un niño rubio y de unos cinco años de edad.
-¡Andy! –saludó Rebeca poniéndose de pie para dirigirse a ella.
-¡Mama! –exclamó el pequeño en cuanto la vio. Se soltó de la bruja y corrió a los brazos de la otra.
“Mama” pensó Ginny observando la escena. Esa era otra de las cosas a las cuales aun no se acostumbraba la pelirroja, que los más pequeños se dirigieran a Rebeca como si fuera su verdadera madre cuando en realidad no lo era. Ninguno, ni uno solo de todos los que vivían ahí eran hijos biológicos de Rebeca. Es más, Ginny dudaba mucho que la rubia hubiera tenido por lo menos un novio en su vida, una vida que estaba totalmente dedicada al cuidado y preparación de esos jóvenes magos que se criarían a su imagen y semejanza. “Yo no quiero terminar así” –reflexionó.
-Hola mi niño querido, mi pequeño Paul… ¿Por qué no están en la fiesta de bienvenida como los otros?
-Porque se salió de control y porque prefiero ser niñera que soportar algunas cosas que andan haciendo–respondió Andy -¿Sabías que en la madrugada Brian y Valeria convencieron a Cassie y John para que los acompañaran a comprar –e hizo señal de comillas con los dedos –un poco de vino para recibir a los nuevos?
-¿Ah, sí?... ¡Qué bien! –fue el comentario de Rebeca y Andy al igual que Ginny se decepciono porque no se había molestado. –Mientras atiendan sus responsabilidades cuando deben de hacerlo, por mi no hay problema.
-Pues yo ya dije, prefiero andar cuidando a pequeñines que se porten tan bien como Paul que soportar el desastre que están armando.
-Ay Andy, no sé que hubiéramos hecho sin tus habilidades como niñera… sin ti no hubiéramos identificado a muchos niños en potencia.
-Te recuerdo que deje que se escapara una. –dijo Andy con pesar.
-No te deprimas Andy, aun no es tarde para reparar los errores del pasado. He pensado mucho en algo y creo que es el mejor momento para que…
Ginny se dio la media vuelta dispuesta a dejar a las dos brujas con la conversación que solo ellas eran capaces de comprender y que a ella no le llamaba la atención en absoluto. Siempre hablaban de lo mismo: un plan para esto, un plan para aquello. Que si ya habían encontrado un nuevo integrante o que cuando seria un nuevo ataque para divertirse. Esa era una de las razones por las que era preferible marcharse pero la verdad es que tampoco le convenía quedarse a continuar la plática que había iniciado con Rebeca.
La mujer rubia la siguió con la mirada sin decirle nada pero manteniendo facciones pensativas en el rostro.
-Va a encerrarse como de costumbre en su habitación, entonces no hay de qué preocuparse. –comentó Rebeca y regresó el niño a los brazos de la otra. –Vamos a la fiesta. Necesito comunicarles a todos algo muy importante.
Unos minutos más tarde entraron a un gran salón situado en el piso de arriba. Tal y como había previsto la muchacha, el ambiente era de una verdadera fiesta donde alguien se las había ingeniado para hechizar el techo y que de él emanara una hermosa lluvia de chispas de colores.
Algunos cuantos se habían subido a un escenario en el cual bailaban música que salía de quien sabe donde pero que Rebeca pudo identificar como el grupo de “Las Brujas de McBeth”. Todos se reían charlaban y hasta los más pequeños se divertían jugando y corriendo de un lado al otro...
-Su atención por favor –pidió la mujer con su tono de voz normal a pesar de situarse en medio de todo el ruido. Sorprendentemente todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo como si ya estuvieran predispuestos a su voz. Esperaron a que ella subiera al escenario y les dijera lo que tenía que decir. Ella carraspeo un par de veces y hablo hasta que se formo un verdadero silencio sepulcral.
-¿Recuerdan que teníamos planeado un poco de diversión en el Callejón Diagon para estos días? –ella sabía perfectamente lo que le contestarían así que no se detuvo para que le contestaran –Pues bien, suspendo esa actividad.
Un murmullo de sorpresa recorrió la habitación pero sólo se quedo en eso, en un murmullo que Rebeca muy a sus adentros disfrutaba al máximo.
John se apresuró a donde estaba ella, parecía preocupado y no muy seguro de haber escuchado bien.
-¿Por qué quieres suspenderlo? Ya estaba todo planeado, me encargue de que todos estuvieran entusiasmados en esa fecha. Me tomó días organizarlo. ¡No puedes hacernos eso!
-Si puedo y lo sabes. –le contesto con una radiante y sarcástica sonrisa. –Estoy un poco… decepcionada por la huida de Walter, necesito desahogar mis penas… -John entrecerró los ojos sin comprender a que se refería. –Quiero un pez más grande y creo que el perfecto lugar para divertirse es el MM.
-¡No! –exclamó verdaderamente sorprendido. –¡Es una broma ¿verdad?! Es algo bastante arriesgado.
-Lo sé, pero quiero provocar a alguien. ¿Puedes con eso o le asigno la tarea a otro?
-No, no, claro que puedo… es sólo que creí que no tenías intenciones de meterte con ellos. –el muchacho estaba extasiado, aun no podía creer lo que escuchaba y los que estaban cerca de ellos se trataban de acercar más para oír aquella conversación tan secreta.
-Pues hoy estoy inspirada y deseosa de que cometamos locuras en… ¿te parece bien un mes, dos meses? ¿Puedes desarrollar buenas estrategias para que salgamos de ahí sin problemas en ese tiempo?
-Si, por supuesto.
-Genial… nos desarenos mínimo de un par de aurores. Eso si será divertido.
Brian había subido también al escenario y le pregunto a John que es lo que sucedía. Cuando él se lo explicó todo, el adolescente gritó de júbilo y luego exclamó con fuerza para que toda la familia (a excepción de Ginny) se enterara.
-¡ATACAREMOS AL MINISTERIO DE MAGIA!
Solo tomaron unos cuantos segundos para que la noticia se asimilara entre todos los presentes. Unos gritaron de alegría, otros manifestaron su sorpresa preguntándole al más cercano que le repitiera lo escuchado pero al fin y al cabo todos estaban felices. Ese era hasta el momento el reto más grande que Rebeca les había impuesto y quizá, como ella decía:
Sería algo divertido.
Rebeca inspiró hondo feliz de cómo su familia había tomado la noticia. Se acercó a John y le dijo al oído:
-Quiero a Ginny al margen de todo esto, ¿lo entiendes? Anda demasiado susceptible estos días. Si no quiere participar no la obligues pero vigílala muy de cerca, que confíe mucho más en ti. Tú sabrás que hacer pero, no deseo que vaya a contarles a sus antiguos amigos de nuestros planes antes de llevarlos a cabo, será una sorpresita como todo lo que los Bessat hacemos.
John asintió con la cabeza y luego se unió a la celebración.
lunes, 17 de agosto de 2009
CAPITULO 18 CONVERSACIONES OSCURAS
Publicado por
sandy yalek
en
9:12:00 p. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario