sábado, 2 de enero de 2010

CAPITULO 19 EL COMIENZO DEL FIN.


CAPITULO 19 EL COMIENZO DEL FIN. 

-Mel, por favor… necesitamos que nos prestes por unos días tu collar. -suplicó Vanessa por decimo octava ocasión sin tener resultados. -Podemos regalarte uno más bonito si quieres, todos los collares que desees con piedras que brillen mucho o del mismo color que ese, pero es importante.

-¿Puede tener chispas de chocolate?

Harry se tapó la boca para no reírse. 

-Lo que quieras bebe.

El pequeño y angelical rostro de Melissa se llenó de indecisión que Vanessa aprovechó para acercarse a ella. Fue muy mala idea: cuando la niña se vio amenazada levantó la barrera de fuego que hasta ese momento ninguno de sus padres había podido cruzar.

-¡Es mío! -gritaba una y otra vez cada que intentaban razonar con ella para que se los devolviera pero si ellos estaban aferrados a algo, ella estaba mucho mas. 

-Va a ser imposible quitárselo, al menos por ahora. -le susurró Harry

Obviamente quien ganó al final de aquella mañana, fue la pequeña Mel y no precisamente porque llegaran a un acuerdo amistoso entre padres e hija, sino que ella tenía una manera ardiente de hacerlos retroceder. Un poder que para apenas conocerlo, podía manejarlo bastante bien.

Aunque era necesario quitarle el collar ningún argumento era válido para ella, y luego después de resignarse, Harry y Vanessa tuvieron otra charla con su hija prometiéndole que todo estaría bien, y que jamás volverían a pedirle el collar con la condición de no andarlo mostrando a todo mundo y que si alguien más quería quitárselo no lo permitiera, ella no dejó de mirarlos con desconfianza por lo menos durante un mes hasta que poco a poco se fue olvidando el asunto. Sin embargo, en los momentos de descuido, como cuando la niña dormía, o cuando la peinaban, Vanessa muy disimuladamente intentó quitarle el collar pero nunca funcionó. Mel era demasiado astuta.

Los días transcurrieron lentamente, pero tanto Harry como Vanessa estaban demasiado preocupados por lo que pudiera pasar. Sabían que Rebeca Bessat había jurado no detenerse hasta conseguir lo que quería y el miedo latente de un día ser atacados en su propia casa en mitad de la noche eran pensamientos que no les permitían conciliar el sueño. Cualquier ruido los ponía en alerta aun cuando la casa estaba protegida con hechizos en contra de intrusos mágicos y detectores de enemigos potenciales. Nada ocurrió y por consiguiente, debían continuar con su vida normal.

Vanessa lo que más odiaba de que su pequeña tuviera ese extraño poder era que su capacidad para convencerlos por las malas también se había incrementado, a veces se ponía berrinchuda o amenazaba con quemar la casa y eso desesperaba a la chica de los ojos azul zafiro. Habían ido ante el retrato de Dumbledore para ver si él podía darles alguna pista o una solución pero ese retrato y el de los otros directores de Hogwarts estaban encantados con la noticia. "Esas cosas pasan" -fue la respuesta del anciano. Incluso los miembros de la Orden del Fenix se vieron entre sorprendidos y entusiasmados de que entre el grupo tuvieran a una pequeña brujita especial.

-Es hija de dos excelentes y poderosos magos, era obvio que tenía que ser especial. -dijo la señora Weasley una tarde en que los tres habían ido de visita.

-Pues no me gusta que sea tan especial -respondió Vanessa con la mirada puesta en el jardín donde Mel estaba.

Aquel día, Melissa había estado demasiado contenta jugando con Teddy Lupin hasta que apareció Victoire Weasley quien después de un rato lloró y lloró porque misteriosamente en el lugar donde había dejado su cepillo favorito, sólo quedaron cenizas.

-Hija, debes aprender a comportarte, no puedes ir quemando todo lo que este a tu paso solo porque no te parecen las cosas. Si lo sigues haciendo te vamos a tener que castigar. -le recordaba Harry pero lograr que un niño haga caso omiso a ese tipo de impulsos era casi imposible…   

Y todo empeoró cuando la niña descubrió que también podía aparecerse y desaparecerse a su antojo. Se escapaba de sus padres para evitar que la castigaran o la obligaran a hacer algo que no le parecía encerrándose en su habitación.

Los Potter iban a tener una tarea difícil al intentar criarla pero en algún momento su hija tenía que entender ¿no?


31 DE OCTUBRE - CASA DE LOS POTTER - 12:00 PM

-Hoy tampoco fuiste a trabajar. ¿No te aburres de consentirla? -dijo Vanessa con los brazos cruzados y recargada en una de las paredes al interior de la cocina. 

Melissa estaba sentada en la barra toda llena de harina para hornear y Harry muy apurado sacando una tarta cumpliendo uno más de los caprichos de su hija.

-Ya casi no hay mortifagos que perseguir. Prefiero estar cuidando a nuestra bebe.

-Mejor di qué prefieres estarle cumpliendo cualquier cosa que te pide. La vas a mal acostumbrar y luego no te quejes cuando se quiera aprovechar de eso. Deberías estar allá afuera buscando a esa mujer.

Harry le sirvió un pedazo a Mel y se dirigió a Vanessa para platicar en voz más baja.

-Sabes que llevamos buscando información de esos Bessat y no encontramos nada, buscamos en todos los viejos edificios que hubieran servido de escuelas, orfanatos y cosas parecidas tratando de localizar algún rastro mágico y tampoco hay nada. Esa mujer no quiere que la encontremos y prefiero que sea de esa manera a tener que estarme cuidando la espalda. Quizá Ginny la convenció para que nos dejara en paz.

-Pues conozco a Ginny. No nos dejaran en paz.

-Si tanto te molesta que no hayamos encontrado a Rebeca, ¿Por qué no vienes conmigo y la buscamos juntos? ¡Ya casi no quieres salir de la casa!

-¡Uno de los dos debe cuidarla! -exclamo con los dientes apretados

Mel seguía la conversación desde la mesa, pasando la mirada de uno al otro de sus padres.

-Me pone de nervios que algo pueda sucederle a nuestra hija y no sólo por los Bessat. -continuo la bruja. - ¿Puedes ver mis ojeras? Me aterra pensar que alguna noche por accidente Melissa sea capaz de dañarse por ese poder que tiene. Estoy agotada, extraño aquellos días cuando lo peor que podía hacer era derramar su leche sobre la mesa. Tiene tres años Harry, no quiero imaginar lo que hará cuando tenga 15. -culminó dando un largo suspiro y volteó a donde su hija debería estar comiendo pero ya no estaba.

Ella sentía un escalofrío horrible cada que su hija desaparecía y luego tenía que andar gritando el nombre de su pequeña para averiguar en qué parte de la casa se había escondido pero en esa ocasión no hizo falta que gritara porque sintió unos bracitos rodeándole las piernas.

-Melissa Naydelin, te hemos dicho que no hagas eso -le reprendió Harry aunque no se escuchaba para nada severo.

-Mami, prometo ser niña buena y hacer lo que digas.

Vanessa dibujo una sonrisa ante sus palabras pero estaba segura de que era cuestión de un par de días para que su hija olvidara aquella promesa porque no era la primera vez que lo escuchaba. Por lo menos seria una tarde tranquila


31 DE OCTUBRE - CUARTEL DE LOS BESSAT 2:00PM.

-¡Hoy es el gran día! -gritó Valeria abrazando a Mily de quien ya se había hecho muy buena amiga en los últimos tres meses. -Esta es la primera vez que tú y Chris van a participar con nosotros, se lo pasaran genial.

-Aun falta tiempo para eso… ¿Es necesario que me emocione tanto? -comentó con sarcasmo sentada en el borde de la cama de la castaña que tenía enfrente. 

-No seas aguafiestas, además el tiempo se pasa rápido.

-¿Qué es lo que harán con Ginny si no irá con nosotros? Creo que fue difícil para todos guardar el secreto de lo que pensábamos hacer hoy

-Eso es asunto de John y Rebeca. -le respondió admirándose en el espejo tratando de decidirse por un atuendo. -Ginny tiene conocidos en el Ministerio y como aun no puede separarse de sus lazos podría arruinarnos la diversión.

-Separarse del pasado no es sencillo -razonó Mily jugando con unos mechones de cabello.

-Llevo cerca de cuatro años con Rebeca. No sé qué decirte sobre eso. El recuerdo de mi antigua familia es casi nulo pero no me importa porque lo que he vivido aquí no se compara con cualquier otra cosa… ¿Qué opinas, falda o jeans?

-Vamos a estar en mucho movimiento así que tú decides. 

-Está bien, me pondré la falda.

Y ahí termino la conversación. A nadie de la familia Bessat le gustaba hablar mucho de sus vidas pasadas (claro, si es que podían recordar algo de ellas). "El pasado es irrelevante" era algo que Rebeca nunca se cansaba de repetirles y todos parecían estar de acuerdo con ella porque hasta ese momento ninguno le llevaba la contraria…

Al otro lado del pasillo y en otra habitación, se encontraba la pelirroja teniendo una simpática charla con John.

-Gracias John, al parecer tu eres el único que entiende como me siento aquí, para mi esta nueva vida es de lo más extraña y no logro acostumbrarme a los cambios.

El joven de cabello largo y alborotado le sonrió y tomó su mano para demostrarle su apoyo.

-Yo se que te acostumbraras, y será mejor que lo hagas pronto porque Rebeca amenazó con lo que ya sabes si no lo haces pronto.

-Lo sé, lo sé, no quiero perder mis recuerdos si son lo único que queda de mi familia y amigos.

-Ahora somos tu familia Ginny y puedes confiar en nosotros.

-Confío en ti -dijo la muchacha y un rubor recorrió sus mejillas.

Él sonrió de nuevo. 

-¿Sabes? Me gustaría saber porque todo mundo anda tan misterioso, desde hace tiempo parece que estuvieran planeando algo.

-Pues  no sé de qué me hablas -le respondió poniéndose tenso. Él por supuesto que sabía que tramaban, por algo Rebeca lo había nombrado el organizador oficial del ataque. -Yo todo lo veo normal… -miró su reloj e hizo una mueca. -Es hora de irme Ginny hay cosas que hacer como por ejemplo, ir a entrenar a los nuevos.

-¿Podría ir contigo? Es que cuando no tengo nada que hacer me aburro y también para conocer tu poder, nunca he sabido que es lo que haces.

John se rió de forma nerviosa y se puso de pie para marcharse.

-En otra ocasión Ginny, mejor quédate aquí, mas tarde vendré a hacerte compañía.

-De acuerdo.

John se despidió con un asentimiento de cabeza y salió de la habitación. Ginny se quedo sentada en la silla escuchando el sonido de los zapatos de John recorrer el pasillo por alrededor de unos segundos y después se dirigió a la otra pieza de la habitación donde se encontraba la cama y diversas pertenencias personales. Miró con nostalgia a través de la ventana, era una tarde fría y nublada en aquella parte de la ciudad pero su nostalgia se debía a que cada que miraba por ahí recordaba el día que Harry había estado ahí y escapado por esa misma ventana. Era una lástima que Rebeca desde la vez que un par de muchachos escaparon, la seguridad del edificio se había incrementado y por tanto escapar ya no era tan fácil (aunque tampoco tenía muchas alternativas de escape), si Harry se había ido es porque entre ellos ya no existía nada más que decir y él ya conocía la advertencia y eso era más que suficiente. Confiaba en que se mantendría a salvo y hubiera seguido sus consejos. 

En ese momento de divagación de pensamientos, Ginny se vio rodeada por unas manos que la abrazaron con fuerza impidiéndole el movimiento. Un quejido escapó de sus labios y cuando intentó voltear la cabeza para reconocer al culpable, su cuerpo se estremeció y las rodillas se le doblaron, su cabeza cayó hacia un lado y su atacante lo que hizo fue llevarla hasta la cama acostándola y retirando con cuidado los cabellos de su rostro que daba la apariencia de alguien durmiendo plácidamente.

-Perdón Ginny, no quería hacerlo pero es necesario. Es una lástima que conocieras mi poder de esta manera. -susurró la voz de John.

Y es que el muchacho sólo había salido de la habitación para aparentar que en realidad se había marchado pero lo que en realidad planeaba hacer era regresar y dejar a la pelirroja inconsciente. Su poder era muy similar al hechizo durmiente con la diferencia de que no se necesitaba de un contra hechizo para que despertaran, sólo sería cuestión de veinticuatro horas para que volviera a la normalidad y lo mejor de todo, sin recordar lo que había sucedido un minuto antes de ser atacada.

John respiró hondo observando el cuerpo de la pelirroja. Rebeca le había pedido que dejara fuera de su actividad a Ginny pero no había sido hasta un par de días antes que le explicó exactamente lo que deseaba para ella. Sólo eso les garantizaba no cometer errores y Ginny no tenía porque enterarse de lo que pasara.

Cuando ella despertara y se cuestionaría para saber lo ocurrido pero ahí estaría John para asegurarle que todo estaba bien y de lo más normal, cansancio o un leve desmayo… Ya tendría tiempo de inventarse una buena historia, pero no iba a ser complicado… la mayoría de los Bessat estaban acostumbrados a mentir (aunque sin dejar de lado la regla numero 1: "Nunca mentirle a Rebeca")y lo mejor de todo es que nadie era capaz de descubrirlos gracias a las lecciones de oclumancia que les daba el pequeño joven de cabello crespo llamado William Bessat; si, Will era de los pocos que llevaban el apellido de Rebeca gracias a estar con ella desde tiempos tan remotos como su nacimiento. La historia oficial de William (o al menos la que Rebeca contó el día que hizo preguntas) era muy simple: su madre había muerto al nacer y su padre un muggle incapaz de lidiar con un hijo mago, lo había dejado abandonado en una acera cuando Rebeca llegó al rescate y listo, punto final.

John besó la frente de Ginny y salió a paso rápido de la habitación. Aun había pendientes que arreglar. Subió hasta el segundo piso, entró en una gran sala donde encontró a Rebeca junto con otros de sus compañeros que ya se mostraban un poco ansiosos por su gran acontecimiento.

-¿Y bien? -preguntó Rebeca al verlo entrar aunque sin prestarle mucha atención.

-Ginny ya está fuera del asunto.  

-Me parece perfecto… ¿Alguien ha visto a Brian y Chris? Ya deberían estar aquí.

-Yo los vi hace como media hora… dijeron que iban a tener un duelo en el piso de arriba. -le contesto William.

Rebeca salió de la sala para ir a donde Will le había indicado. No fue difícil encontrar la habitación en la que estaban pues los sonidos de hechizos y encantamientos golpeando la pared se escuchaban desde mucho antes de abrir la puerta. La mujer sacó la varita mágica y cuando entró se tuvo que hacer a un lado para evitar que uno de esos hechizos la golpeara.

-Chris, Brian, ya es suficiente… -dijo la mujer con voz aun tranquila.

Los jóvenes no se detuvieron y continuaron lanzándose hechizos el uno al otro. La verdad, eran bastante buenos y tenían agiles movimientos para repeler sus hechizos.

-¡Levicorpus! -rugió desde la entrada y tras una exclamación, ambos quedaron colgando boca abajo. -¿Qué creen que hacen?

-Ups… -murmuró Brian y se echo a reír. -Chris fue el de la idea, así que no te molestes conmigo.

-Sólo estamos practicando ¿Qué tiene eso de malo? -se defendió Chris.

-No seas mentiroso, lo que querías era demostrar que eres mejor en duelos que yo, pero ya te dije que contra mí no puede nadie.

Ambos se miraron con mala cara.

-Más les vale que dejen de estar actuando como bebes. Tenemos algo importante que hacer hoy y no quiero que queden fuera por culpa de andar jugando al adolescente poderoso. 

Rebeca hizo un movimiento de varita y ambos cayeron al suelo con un sonido sordo. Se dio la media vuelta y añadió:

-Los quiero ver en el salón en cinco minutos, Cassie no tarda en volver

-¿A dónde fue Cass? -pregunto Brian con curiosidad.

-A trabajar por supuesto… como si no lo supieras…


31 DE OCTUBRE -EN EL MINISTERIO DE MAGIA 2:30 PM

-¡Ay Cass, ¿Qué haríamos sin ti? -dijo Hermione desde su escritorio a la pelirroja de ojos celestes que estaba de pie frente a ella. -Creo que darte el empleo fue una de nuestras mejores decisiones.

-Me halaga señorita Granger -contesto la joven bruja -Pero es que me gusta mi trabajo. Nunca pensé que estar en el departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas fuera tan interesante.

-Pues ya lo ves que sí.

-Aun recuerdo las pérdidas que me di en el Ministerio durante mis primeros días hace como… ¿un mes?

-Sí, pero como te dije, a todos les pasa. Es un lugar muy grande.

-Afortunadamente me proporcionaron unos mapas para no perderme -la joven le dio la espalda a Hermione y dibujo una sonrisa en su rostro mientras metía unos papeles dentro de un archivero.

Un mes atrás, habían planeado que la joven se infiltrara en el Ministerio para obtener más información y también para conocer los puntos débiles y de escape dentro del edificio así como la vida de algunos empleados. La actuación de Cass de "La chica nueva y perdida" había resultado a la perfección. Ahora sabia donde se concentraban todos los aurores (en la segunda planta) y también que era necesario tener unas fichas para poder entrar al Ministerio con la calidad de trabajador, algo que les serviría de mucho ya que entrar todos los Bessat por el viejo cubículo telefónico habría llamado mucho la atención. 

-¿Entonces ya te vas?

-¿Cómo? -murmuró Cass sin comprender mucho, o al menos eso era lo que aparentó.

-No me digas que ya se te olvido el permiso que nos solicitaste para ausentarte lo que resta del fin de semana.

-Ah, es muy cierto -contestó con una risita y mirando un reloj de pared. -Mi tren sale en una hora. Creo que pasaré una noche de brujas genial en casa de mis abuelos.

Unos abuelos que no existían.

-Pues vete ya… o lo vas a perder.

-¿Segura que ya no me va a necesitar? -pregunto con indecisión y al mismo tiempo dirigiéndose a la puerta.

-Completamente segura. La mayoría se irá  a casa temprano por Halloween. 

-Está bien, ¡Hasta el lunes señorita Granger! -se despidió Cass con una sonrisa y agitando la mano.

-Sí, que te diviertas.

-Claro que me voy a divertir -dijo la muchacha entre dientes sin que nadie pudiera escucharla. Caminó con tranquilidad hasta los ascensores y tomó el primero que la llevara del cuarto piso hasta el atrio. 

Un minuto después, cuando las puertas del ascensor se abrieron nadie bajó. Cass había desaparecido.


CUARTEL DE LOS BESSAT  2:40 PM

-¿Nadie ha visto a Andy? -pregunto Rebeca que estaba sobre una plataforma escudriñando con los ojos a todos los presentes que participarían en el ataque del ministerio -Ya debería estar aquí.

Los jóvenes magos y brujas se miraron unos a otros pero nadie le dio alguna respuesta positiva.

-¡Ey! Ya llego por quien lloraban -exclamó alguien desde la puerta que corrió a lo largo del salón hasta llegar a Rebeca. -¿Cómo me veo?

-Extraordinaria y patéticamente como una muggle cualquiera. -señaló Rebeca a Andy que estaba en posición de niña buena.

La muchacha de cabello castaño y corto vestía una playera con estampados, tenis y jeans. Por la sonrisa de su rostro era imposible no hacer la comparación de ella con un ratón sobre todo por su pequeña estatura y por la forma en que sus incisivos de enfrente se asomaban por entre los labios.  

-¿Verdad que si? La ropa de los muggles siempre me ha parecido muy cómoda, me gusta.

-No empieces a divagar Andy -le reprendió. -Ya sabes lo que tienes que hacer hoy… ¿Es necesario que te lo repita? 

Ella negó con la cabeza. 

-Las instrucciones son muy claras y sencillas, de verdad chicos que lamento tener el trabajo más sencillo de todos. 

-Ni te disculpes Andy -le interrumpió Mily que junto con Vale se habían unido a los demás. -Sencillo es sinónimo de aburrido.

-Mínimo yo no corro el riesgo de ser atrapada por los aurores en el ministerio. 

-Mis niños… ya basta por favor. ¿Por qué les da por discutir cuando menos deben hacerlo? Somos un equipo y por tanto debemos estar bien entre nosotros para que nada nos falle. ¿De acuerdo? -todos guardaron silencio ante las palabras de la rubia que se dirigió nuevamente a Andy. -No tienes porque alcanzarnos al ministerio tú simplemente…

-Ya se, ya se. -Andy levantó la mano impidiendo que Rebeca continuara hablando. -Mi único trabajo es ir, tomar lo que necesito y volver aquí.

-Perfecto… y que no se te olvide bloquear tus poderes para que de verdad parezcas muggle y no ser detectada.

-Rebeca… -empezó a hablar Andy un poco irritada de que le recordara las cosas. -He hecho esto muchas veces y nunca te he fallado… No pienso hacerlo esta vez. 

La puerta del salón se abrió de nuevo y por ella entró Cassie aun con una sonrisa dibujada en el rostro.

-¡Hola gente! -saludó sin dirigirse a alguien en especial. -Todo marcha de maravilla en el Ministerio; será sencillo, no hay tanta gente y creo que debes saber que Potter no fue a trabajar… otra vez. 

-Me alegra que estés aquí Cassie. -se apresuró John a decir -No te preocupes que contábamos perfectamente con eso.

-Si Cassie volvió ¿podemos ir a divertirnos ya? Estoy ansioso. -se escuchó la voz de Chris.

-Claro, ya es hora de actuar y todo el mundo ya sabe lo que tiene que hacer. Si necesitan ayuda de alguien también saben que deben hacer y recuerden por favor que por nada del mundo pueden dejar que se vean sus rostros. No quiero ver sus retratos con letreros de "Se busca" pegados por la ciudad…-indicó Rebeca poniéndose sobre la cabeza la capucha de su capa color morado. Todos tenían una igual a la de ella y la imitaron. -Y tampoco se les olvide que decir su nombre en voz demasiado alta está prohibido. Si se inicia una investigación sobre sus identidades sería bastante peligroso. Estén atentos mis niños, confió en ustedes.

Poco a poco la sala se fue vaciando y por las escaleras fueron desfilando entre veinte y treinta magos y brujas encapuchados mientras que John, Cassie y Andy se quedaron un poco rezagados.

-Andy, deberás esperar la señal para que hagas lo que debes -empezó John y la chica puso los ojos en blanco.

-¡Ya lo sé! -exclamó mezclándose entre los otros y tomar el rumbo que estaba destinado para ella.


CASA DE LOS POTTER - 3:00 PM

Tal y como había predicho Vanessa, tenían una tarde bastante normal. Harry ya se había dejado de preparar tartas, Melissa estaba en la sala dibujando y Kreacher seguía recluido en Hogwarts porque decía que prefería estar ahí de cocinero que estar soportando las ordenes de Vanessa y de la niña pero no todo podía ser perfecto y mucho menos perfecto con todo lo que sucedió después…

De la chimenea salieron chispas verdes y Melissa del susto se fue a esconder atrás de un sofá para que no le pasara nada al ver como alguien se dejaba caer sobre la alfombra. 

Se trataba de Ron que con trabajo se puso de pie sin dejar de sujetar su brazo derecho por el cual emanaba sangre.

-Ron, ¿Qué pasó? -cuestionó el ojiverde saltando el sofá para ir a auxiliar a su amigo.

-Rápido Harry, tienen que venir a ayudarnos. Están atacando al Ministerio de Magia… -Harry rompió un trozo de su pantalón y con él hizo un moño alrededor del brazo de su amigo para que la sangre dejara de salir. -Es increíble que justo estos días que fui al ministerio pasen estas cosas. Me hubiera quedado haciéndole compañía a George en la tienda.

-¿Exactamente quienes los atacaron?… ¿mortifagos? ¿O esos mocosos de los Bessat?

-No creo que sean mortifagos, … pero tampoco estoy seguro de que sean los Bessat porque están actuando muy diferente a cuando nos atacaron en… en la cascada. -Ron hizo una mueca de dolor la intentar mover el brazo pero su estado no era crítico, aunque bien su mueca pudo ser al recordar la muerte de Fred -Me refiero a que los que nos están atacando parecen saber lo que hacen y fue verdaderamente terrible porque de repente aparecieron por todas partes y lanzando hechizos en un lugar que yo había visto antes y que jure no haber visto a nadie, fue tan extraño…

-¿Y Hermione? -pregunto Harry preocupado por su amiga.

-Obviamente esta allá peleando y arreglándoselas sin los aurores. -Harry y Vanessa levantaron una ceja al oírlo y el prosiguió para que le entendieran. -De verdad es extraño lo que sucede en el Ministerio. La mayoría de los aurores quedaron encerrados en su departamento del segundo piso. Seguimos siendo más que ellos aunque no estén todos los aurores pero son poderosos por eso tienen que venir pronto a ayudarnos.

Ron se encaminó nuevamente a la chimenea, Harry lo siguió pero Vanessa no se movio de donde estaba teniendo a Melissa agarrada de su blusa aun confundida por ver a Ron alterado y con la terrible mancha roja en su brazo.

-Vamos amor -le llamó Harry.

Ella se negó.

-Yo me quedo, debo cuidar a nuestra hija.

-¿Por qué no la llevas con mamá? -sugirió el pelirrojo -Ella podrá cuidarla pero ¡Vámonos ya! 

-De acuerdo, váyanse ustedes y en un momento los alcanzo.

Los dos amigos aceptaron su propuesta no sin antes hacerle prometer que de verdad iría y se fueron por la chimenea.

-Quédate aquí Mel, voy por unas cosas y vuelvo. -pidio Vanessa y subió rápidamente a la habitación de su hija para meter en una mochila algunas cosas de la niña con las cuales necesitaba viajar y estar contenta: un suéter, otra muda de ropa por si era necesario, su peluche favorito con forma de hipogrifo…

-¿Qué haces mami? -pregunto Melissa que ya estaba arriba de su cama.

Vanessa salto del susto.

-Te dije que te quedaras abajo… ¿Por qué no me obedeces? -le pasó encima otro suéter y la tomó de la mano para descender las escaleras.  

Entró a la cocina buscando algo de comer y retrasando lo más posible su partida porque no le apetecía dejar a su hija con los Weasley sobre todo sabiendo que Ginny y todos sus amigos conocían ese lugar tan bien como conocían su casa, con la diferencia de que la Madriguera tenía menos protecciones mágicas.

¿Y si todo era un plan para que hiciera eso? ¿Que no quedara otra opción más que dejarla en la Madriguera y distraerlos a ellos en el ministerio? Ya había dejado a Mel al cuidado de alguien en una ocasión y la experiencia era estremecedora al recordar lo sucedido. Su casa era más segura que ningún otro lado pero no podía irse y dejar a la niña ahí porque la preocupación de que se hiciera daño llegaba a su mente y tampoco podía quedarse ahí esperando noticias del ministerio. Se consideraría una cobarde si abandonaba a Harry en medio del trabajo sucio por no mencionar que ya estaba deseosa de la exquisita adrenalina de estar en batalla.

Vanessa suspiro hondo cargando a Melissa y dándole un beso en la mejilla convencida de que su única opción era la Madriguera. Salió de la cocina y se dirigió a la chimenea cuando alguien llamó a la puerta.

Entrecerró los ojos y se aferró más a su hija tratando de escudriñar quien era por los mosaicos de la ventana. Era difícil ver hacia fuera pero aun así distinguió a una persona. 

No le dio importancia y siguió con su camino a la chimenea, quien fuera tenía que esperar a otra ocasión.

De nuevo llamaron a la puerta con más insistencia.

-¡Señora Miranda! -exclamó una voz familiar para Vanessa. La habían llamado de una forma que nadie la llamaba desde sus tiempos sin memoria. -Ehh… solo venia a saludarla.

La mujer de los ojos azul zafiro bajó a Mel de sus brazos y se acerco a abrir con cautela la puerta, al fin y al cabo, no importaría mucho que se demorara algunos minutos más. Bueno, si importaban pero seguía en el intento de buscar otra solución a su problema de dejar a Mel en manos de los Weasley.

Se asomo sólo lo necesario para ver a la figura que tenía enfrente y al cerciorarse de que no había peligro la expresión de su rostro se relajó.

-Hola señora, ¿se acuerda de mi?

"Por supuesto que me acuerdo de ti" -pensó Vanessa -"Tu eres la pobre chica que tuvo que soportar a mi hija durante un par de semanas y que no aguantó más a causa de los fantasmas"

-Hola Andy, claro que me acuerdo de ti. -saludó al fin Vanessa a la chica castaña, de jeans y que tenía una inconfundible cara de ratón capaz de distinguirse a distancia -Pero no entiendo que haces aquí hace más de un año pensé que no querías saber nada de nada sobre nosotros.

-Sí, bueno… Sucede que después de muchas visitas al psicólogo descubrimos que todo era parte de mi imaginación. -aseguró.

Genial, mi hija si la volvió loca -pensó Vanessa de nuevo

-Tenía ganas de saludarlas y quería saber que tanto ha crecido la pequeña Mel. -continuo sin prestarle atención a la cara de Vanessa y ladeando la cabeza para tratar de ver a la niña en alguna parte. -¡Oh! ¿Va a salir? -cuestionó al percatarse de la mochila que cargaba Vane.

-Tengo que llevar a Mel con unos familiares.

-¿Para que la cuiden? Podría cuidarla yo si quiere y no me vendría mal porque últimamente no he conseguido trabajo -Vanessa la observo balancearse sobre sus pies nerviosamente -Ya sabe, como en los viejos tiempos…

Vanessa meditó la respuesta un momento mientras Mel hacia intentos por colarse y ver más allá de la puerta. La idea no era mala o no tan mala porque en primer lugar lograría que Mel permaneciera en el lugar más seguro para ella, un lugar impenetrable de magia oscura y de cualquier otra que tanto ella como Harry no quisieran admitir; prueba de ello era que hasta el momento los Bessat no hubieran hecho nada (el que ella se pusiera paranoica era otro asunto) y también las pruebas de ataque que habían hecho a media noche para que los vecinos no se dieran cuenta. La protección era perfecta y hasta ayudaría a proteger a una muggle indefensa por lo menos durante el tiempo que estuviera fuera.

Quizá el único problema sería la propia Melissa  porque seguramente buscaría la manera de volver a ahuyentar a la muchacha.

-Pasa. -pidió Vanessa abriendo la puerta y poniendo mucha atención en lo que sucediera cuando Andy cruzara el portal con la barrera mágica y no pasó absolutamente nada. La chica hasta saludó a Mel agitando una mano pero la niña no pareció muy contenta.

-¿Eso quiere decir que podre cuidarla?

-Dame un minuto.

Vanessa seguía perdiendo el tiempo y eso no era nada bueno. Tomó a Melissa y la condujo a la cocina para tener una pequeña charla con ella.

-¿Quieres que te cuide Andy?

-No, tu

Ella puso los ojos en blanco.

-Tengo que ir con papi para castigar niños malos. No podre cuidarte. ¿Puedo dejarte con Andy sin que hagas magia, lances fuego o te desaparezcas sin razón?

-Si -contesto no muy convencida.

-Perfecto, pero por favor y recuerda que me lo prometiste ¿eh?... ¿recuerdas que me prometiste bebe?

-Que me iba a portar bien -murmuró como si se arrepintiera de sus palabras.

-Exacto, eso me dijiste y quiero que lo cumplas ¿de acuerdo?

-Aja.

-Mira, entre más pronto me vaya, mas pronto regresaremos papi y yo y no tendrás que soportar a Andy.

Y en verdad necesitaba irse pronto porque el tiempo era un factor importante ¿Cuánto tiempo llevaba en la casa? ¿Cómo se las estarían arreglando en el ministerio sin ella?

Salieron de la cocina y vieron a Andy que ya se había puesto cómoda en la sala y tarareando una canción que jovencitas de la edad de Andy escuchaban. Rayos, poco a poco Vanessa se estaba haciendo vieja.

-Andy, cuidaras a Mel, espero que sólo sean un par de horas

-¡Qué bien! -exclamo de alegría

-Sólo hay una regla que cumplir: No quiero que salgan de la casa mientras volvemos mi esposo y yo. 

-Como quiera.

-Muy bien, Mel me prometió portarse bien así que espero no exista problema alguno y yo ya me voy que se me hace tarde. 

Besó en la frente a su hija y le lanzó otra mirada de advertencia que su hija comprendió. Después, justo cuando pensaba en entrar a la chimenea para desaparecerse, recordó que no podía hacer eso con Andy frente a ella. Se golpeó la frente con la mano y salió por la puerta a sabiendas que debía encontrar un lugar despejado y aparecer lo más cerca del ministerio posible… Eso equivalía a más tiempo perdido.

Caminó por la calle a paso rápido buscando un buen callejón y se maldijo por no llevar otra prenda de vestir sobre la blusa porque en verdad que hacia frio, por lo mismo la calle estaba desierta pero en la noche se abarrotaría de niños pidiendo dulces por Halloween. Ellos nunca abrían la puerta así que ni de qué preocuparse. 

Un minuto después y cuando se disponía a meterse en un callejón para desaparecer, hubo un estallido a sus espaldas. Por inercia giró sobre sus talones para ver la procedencia de la explosión que quizá no hubiera tomado en cuenta de no ser porque la explosión era proveniente de su casa y lo más grave de todo… ¡Mel estaba dentro!

Intentó gritar pero ningún sonido salió de su boca. Lo único que pudo hacer fue correr, correr desesperada a su casa y tratar de entender lo que estaba pasando. A cada paso que daba su miedo aumentaba porque le asustaba lo que pudiera sucederle a Mel.

Una de sus peores pesadillas se estaba cumpliendo y si algo malo le pasaba a Mel se culparía por siempre.

Al fin arribó a la casa y abrió la puerta de golpe, al instante humo negro le nublo la vista pero aun así avanzó por la estancia sacando su varita mágica para tratar de apagar el fuego o minimo intentar hacerlo.

-¡MEL! -gritó a voz de cuello sintiendo como el humo le resecaba la garganta -¡MEL, MEL! 

Nadie le contestaba y su preocupación aumentó. ¿Dónde estaba su bebe? ¿Dónde estaba la niñera? ¿Y qué demonios había sucedido para que en dos minutos todo estuviera de cabeza? 

-¡MEL, ¿DÓNDE ESTAS?!

Se adentro a la casa e inmediatamente empezó a sudar al tiempo que encontraba las marcas causantes de la explosión y del fuego que la rodeaba. La cocina era la que no tenía salvación alguna y de la cual estaba escapándose la mayor cantidad de humo y de ahí era fácil seguir mas marcas de fuego. La ventana, la mismísima puerta, la otra ventana, algo arriba de la chimenea y así formando un circulo por toda la sala y que culminaba a mitad de las escaleras.

Vanessa se precipito a las escaleras no sin antes lanzar algunos aguamenti a lo poco salvable de la sala, entre más tiempo se mantuviera en pie la casa mucho mejor. De repente sintió un tirón en la espalda y se vio tirada en el suelo pero ¿Por qué?

A continuación vio una sombra siguiendo el mismo curso que ella y con un movimiento ágil la tomó del tobillo para que tropezara sobre los escalones.

Era Andy.

Pero había algo muy diferente de la Andy que había visto antes a la que la miraba ahora. Podía estar llena de hollín y muy despeinada pero sus ojos no dejaban de demostrar furia y desprecio hacia Vanessa y la dulce cara de ratón había desaparecido por completo, pero ahí no terminaba la lista de diferencias, lo que completaba el cuadro y que dejo a Vanessa estupefacta fue la varita mágica que Andy empuñaba como una profesional.

-Pero que…

Andy sonrió maléficamente arrastrándose en las escaleras para continuar subiendo y aprovechar el aturdimiento de Vanessa que no duró demasiado. 

-¡Tu eres una maldita bruja! -exclamó Vanessa al verlo todo más claro y lanzándole un hechizo a Andy que la hizo tropezar de nuevo y que descendiera algunos escalones. -¡Imposible, tu… tu eres una muggle!

-Claro que es posible -le contesto recuperando el paso -Y más si te enfrentas a una bruja que es capaz de borrar todo su rastro mágico. En un momento soy bruja y al otro soy una linda muggle en busca de trabajo como niñera…  ¿Y adivina que "Vanessa"?, oh si, conozco tu verdadero nombre… ¡Incarcerus! -falló -Tu hija no será la primera que robe de una casa llena de conjuros mágicos.

-Trabajas para ella ¿no es así?

-Si te refieres a Rebeca Bessat, creo que si hablamos de la misma persona. Ella te manda sus saludos.

-¡Malditos! Sabía que ustedes estaban detrás de todo.

Andy se carcajeo.

-Deberías ir a Ministerio, allá se lo están pasando de maravilla. 

-¡Mami! -gritó Mel desde lo alto de la escalera alegrándose de ver a Vanessa pero en cuanto vio a Andy retrocedió.

-¡Quédate donde estas Mel! -le ordenó. -Quédate a salvo, lejos del fuego.

Las llamas a lado de ella se incrementaron, la cocina ya estaba casi desaparecida y ahora continuaban ellas.

-De todos modos me llevare a tu hija muy lejos. Yo soy una niñera mágica profesional que podría cuidar de ella mucho mejor de lo que tú lo haces. ¡Sólo mírala! Acaba de explotar sus poderes y ustedes no son capaces de ayudarle a controlarlos.

-No necesitamos ayuda de nadie para que eduquemos a mi hija. No te la llevaras a ninguna parte. 

-Ya lo veremos…

Andy le lanzó una serie de hechizos a Vanessa quien no pudo detenerlos con un simple Protego, logrando así que se alejara de las escaleras y tuviera más paso libre. 

-¡Petrificus Totalus! -gritó Vanessa alegrándose de que se escuchara un fuerte golpe en el piso de arriba, la había derribado. 

El calor se hizo insoportable y ya era imposible tratar de usar el aguamenti porque apenas saliendo el agua de la varita esta se evaporaba. Subió las escaleras y para asegurarse de que la bruja no se librara tan fácil del encantamiento le lanzó un Incarcerus.

-¡Melissa, ábreme la puerta! -pidió Vanessa golpeando la única habitación que estaba cerrada y sin dejar de mirar de soslayo a la mujer tirada en el pasillo y a donde iniciaban las escaleras en donde el reflejo amarillo y anaranjado de las llamas se iba intensificando. -¡Melissa, rápido!  

La puerta se abrió y Vanessa sólo la observo correr de nuevo a un rincón con su mochilita sobre la espalda. De no haber sido por la situación en la que estaban. Vanessa se hubiera reído de lo graciosa que se veía. 

-Tenemos que irnos mi amor, ¡Rápido, saca tu baúl, rápido, rápido! 

Mel obedeció a su madre sin decir nada, se metió debajo de la cama y lo sacó. Luego Vanessa hizo un movimiento de varita y todas las cosas a su paso se metieron en el baúl que a duras penas se cerró.

-¡Ella quería mi collar mami, lo quería y no se lo di!

-Si chiquita, está bien que no se lo hayas dado. -ahora Vanessa comprendía la razón del fuego. 

Ella arrastro a su hija hasta la siguiente habitación e hizo lo mismo que con las cosas de Mel, dando como resultado dos baúles llenos de cosas de ella y de Harry.  

Fuera de la habitación se escucharon las maldiciones de Andy hacia Vanessa y Mel se asomó para verla retorcerse en el pasillo  

-¡Aléjate de ella Mel! 

Mel no le hizo caso y Vanessa se preocupo cuando salió de su límite de visión. Amontono todos los baules en un mismo sitio y regreso a donde su hija. 

Vanessa soltó una exclamación cuando vio a Andy mucho más cerca de la habitación que ellas estaban retorciéndose como gusano entre las cuerdas pero su exclamación fue de pánico cuando vio a Melissa con sus manitas extendidas al frente y al centro de ellas una gran bola de fuego que ya alcanzaba el tamaño de una bola de boliche.

-Tu hija quiere matarme, ¿y aun así…  crees que no merece…  pertenecer al clan Bessat? -tartamudeo Andy temerosa y sin perder de vista al fuego.

-Melissa… ¡No! 

Pero ya era tarde, Melissa acababa de dejar caer la bola de fuego directo a la cara de la otra bruja que gritó de manera desgarradora. Vanessa cargó a Melissa en brazos y la llevó de vuelta a la habitación para alejarla de la escena. Ella no tenia porque ver una muerte con sus apenas 3 años de edad.

-¿Hice algo malo? -pregunto Mel con voz inocente pero Vanessa no supo que contestar, estaba en shock y apenas tratando de asimilar lo que su hija acababa de hacer… Si las cosas seguían asi, ella se convertiría en un monstruo.

-Tómame de la mano, Mel, nos vamos a un lugar seguro.

La niña obedeció mirando el humo gris y oliendo su primera pequeña victoria. Vanessa como pudo agarró los tres baúles, a su hija y desaparecieron juntas.  

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